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Históricamente, este país, donde impera la polaridad, ha sido siempre partidario de las conjunciones coordinantes disyuntivas, por eso se ha dividido tantas veces en dos bandos: Joselito o Belmonte, Real Madrid o Barça, Kubala o Di Stefano, izquierdas o derechas, monárquicos o republicanos; las dos ... Españas han estado sempiternamente presentes en nuestras vidas. Nos gusta optar por una sola de las posibilidades existentes en casi todo y nunca nos hemos caracterizado por sumar lo mejor de cada oferta. Somos así y no parece que vayamos a cambiar a estas alturas.
La última división que se ha instalado en la sociedad es la de Pablo Motos frente a David Broncano: 'El Hormiguero' o 'La Revuelta'. Para alimentar esta polémica las redes sociales ya han etiquetado a la oferta de Antena 3 como conservadora, muy masculina y algo trasnochada, y a la de TVE como una alternativa progresista, rompedora y sorprendente. Nada nuevo bajo el sol. Lo cierto es que ambos programas lideran con claridad las audiencias de sus respectivas cadenas y han conseguido convertir la tradicional franja de acceso al 'prime time' en horario de máxima audiencia puro y duro. No hay nada más consumido ni que convoque más espectadores frente al televisor que el periodo comprendido entre las diez y las once de la noche. Si en un principio este tipo de espacios estaba diseñado como un puente entre el noticiero y la oferta principal del día, la fuerza de los hechos ha llevado a que ambas opciones sean las más seguidas de sus cadenas.
Hay que reconocer que algunos no intuíamos por ningún lado el éxito de Broncano en La Primera. Hablamos de la cadena con una mayoría de espectadores de cierta edad y con un estilo que, a priori, casaba poco con el desenfado iconoclasta que supone importar directamente el espíritu de 'La Resistencia'. Contra todo pronostico, la fórmula no solo cuajó desde su primera emisión, sino que se ha erigido como la oferta televisiva más vista muchas noches, consiguiendo, al final de la jornada, el deseado titulo de 'minuto de oro'. Se trata de un auténtico fenómeno que resultaba muy difícil prever. Su inteligentísima estrategia en redes sociales, el mérito de haber incorporado a públicos jóvenes alejados de la televisión, y un estilo desenfadado, divertido y solo aparentemente caótico, han cultivado a los espectadores sin requerir invitados internacionales, entrevistados superferolíticos ni experimentos alucinantes. Es la sencillez y el desparpajo frente al programa guionizado y previsible de la competencia. Ahí está es el secreto.
A esta inversión en el gusto de los televidentes contribuye también, y hay que tenerlo en cuenta, un cierto desgaste de la fórmula de 'El Hormiguero' después de tantos años de emisión ofreciendo siempre un producto absolutamente esperable. La omnipresencia absoluta de Motos, ciertamente abusiva, y la reiteración de unas secciones que cada vez sorprenden menos, constituyen también elementos a analizar en esta auténtica revolución del prime time televisivo.
En todas las conversaciones después del verano se cuelan las preguntas de ¿y tú de quién eres?, ¿ves Antena 3 o TVE?, ¿sigues a Motos o a Broncano? De momento, el cómico de la pública está ganando la partida para sorpresa de todos, pero la batalla no está ni mucho menos resuelta con carácter definitivo. Los hábitos y el consumo televisivo son una caja de sorpresas, y lo que ha venido a demostrar esta disrupción frente a lo esperable es que nadie, por mucho que crea saber de televisión, es capaz de adelantarse a los cambiantes e imprevisibles gustos de la audiencia. A la vista está.
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