La temeridad que suponía ir a unas nuevas elecciones ha tenido sus consecuencias en forma de un castigo, sin excesos, salvo en el caso de Ciudadanos, por parte del electorado. La abstención ha aumentado no demasiado en proporción con el enfado que se suponía en ... el personal sufridor, y los otros partidos 'culpables' del pecado de imprudencia han recibido un correctivo severo, pero no irreparable. Al PSOE le ha costado casi 800.000 votos y tres escaños menos y a UP 650.000 votos y la resta de siete diputados. La izquierda retrocede por su mala cabeza y la derecha avanza, también en Cataluña, si bien la primera podrá gobernar si no comete los mismos errores que en el pasado. Los dos hechos más relevantes han sido el monumental descalabro de Ciudadanos y la escalada de Vox, más en escaños que en votos. En el primer caso es el resultado de la concentración de errores más extraordinaria de los últimos tiempos. Un partido de centro liberal que, en su afán desmedido por lograr el 'sorpasso' y hacerse con el liderazgo del conservadurismo, se lanza a tumba abierta a ver quién es más de derechas y dilapida así, de una tacada, un abundante capital político que le habría permitido gobernar España con el PSOE. Lo más penoso es que un partido que quedó primero en Cataluña hace poco, con más de un millón de votos, esta vez haya quedado entre los últimos, con un quinto de los apoyos de entonces. Una vez más, los 'sorpassos' acaban en sorpresas.
II.-Lo de Vox es más complejo y no conviene caer en las simplezas de que regresa el franquismo o el fascismo, aunque aparezcan rasgos de aquellas pesadillas. En mi opinión, obedece a un fenómeno general que recorre América –EE UU, Brasil– y Europa –Francia, Gran Bretaña, Italia, Polonia, Hungría, etcétera– bajo la forma de fuerzas de extrema derecha nacional populistas, antiglobalización, antiilustradas, xenófobas, que traen causa de las políticas económicas y sociales de un neo-liberalismo excluyente que ha maltratado a amplios sectores de la sociedad. A partir de ahí, ha sido bien fácil que demagogos de toda especie inoculen en el cuerpo social toda clase de falsedades y tergiversaciones propias de las crisis del capitalismo: los culpables son los emigrantes (siempre que sean pobres); los males tienen su origen en los políticos y la política (menos la nuestra); el ataque a la prensa... Y el más dañino de todos: el 'América, España, Francia o Cataluña first (primero)', trasunto de aquel otro de triste memoria 'Deutschland Über Alles'. En el caso español era extraño que no surgiera un nacionalismo extremo equiparable a los europeos. La deriva extremista del secesionismo de derechas catalán ha sido la espoleta.
III.- Llegados a este punto, ¿qué posibilidades se abren? Creo que convendría contemplar dos escenarios o fases, uno a corto plazo y otro más estratégico. En lo inmediato, hay que conformar un Gobierno encabezado por el PSOE, única opción real. La hipótesis de otras elecciones desestabilizaría gravemente el sistema democrático. Este Gobierno podría obtener la investidura por dos caminos diferentes: o por medio de un acuerdo con el PP, en términos de abstención o coalición, lo que en mi opinión es francamente inviable y contraproducente, al dejar toda la oposición en manos de los extremos; o por un acuerdo programático del PSOE con UP, Más País, el PNV, regionalistas cántabros y otros no independentistas, y la abstención de aquellos que lo desearan sin contrapartidas. En esta perspectiva resultaría extravagante que Ciudadanos votase en contra. Ahora bien, esta sería una solución para echar a andar la legislatura y evitar un nuevo bloqueo. Sin embargo, España no está en condiciones de quedarse ahí. Necesitamos recomponer nuevos consensos que fortalezcan los tres grandes pilares que hacen robusta una democracia: la cohesión social, la territorial y la institucional. Los tres los tenemos hoy un tanto menguados. Una causa de los nacionalpopulismos y otras desviaciones perniciosas está en el crecimiento insoportable de las desigualdades en el reparto de la riqueza y el deterioro del Estado de bienestar para demasiada gente.
En este sentido hay que pelear para que la Unión Europea asuma, también, políticas sociales porque, en la mundialización, cada vez es más arduo mantener un sólido Estado social a nivel de cada país. En la cuestión territorial tenemos que movernos si queremos evitar que se ahonden las actuales tendencias centrífugas, los disparates anti autonomistas o una especie de 'neocantonalismo' de cada uno a la suya. Sería conveniente abordar nuestras actuales disfunciones en este sentido, transformando el Senado en una auténtica Cámara territorial que permita componer una visión de conjunto y una mejor participación de todos en los asuntos europeos, como sucede en países federales. Ya sé que con la que está cayendo plantear las cuestiones de fondo puede sonar a utópico, pero, precisamente porque los problemas son estratégicos y difíciles, es más necesario que nunca abordarlos con el espíritu y el método con que lo hicimos cuando construimos nuestra democracia.
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