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José C. Castillo
Óxidos y Vallisoletanías

A vueltas con el soterramiento

«El proyecto sería muy beneficioso, pero no es crítico, su viabilidad depende del coste (...). No tengo la menor duda de que si Sánchez necesitara nuestros votos para gobernar tendríamos soterramiento y una estación con mármol, moqueta y originales de Renoir»

José F. Peláez

Valladolid

Jueves, 3 de octubre 2024, 17:24

'Pucela est omnis divisa in partes tres'. El primer grupo está formado por vallisoletanos convencidos de que hay que seguir adelante con el soterramiento, cueste lo que cueste. Tenemos otro grupo persuadido de lo contrario, es decir, de que hay que olvidarse de este ... tema de una vez y optar definitivamente por la integración. Y, por último, hay un numerosísimo tercer grupo de personas que, como yo, no tenemos ni la menor idea, que nos hemos perdido en un batiburrillo de sociedades disueltas e informes de parte y que ya no podemos seguir el debate sin sacarnos previamente una Ingeniería de Caminos y un máster en manejo de tuneladoras. Cabe apuntar que en el grupo del soterramiento hay ricos, pobres y mediopensionistas. Votantes del PSOE, del PP, de Vox y de Sumar. Porque resulta evidente que el soterramiento es algo bueno para la ciudad, algo que la transformaría totalmente, uno de esos hitos que marcan un antes y un después en nuestra historia como la llegada del ferrocarril, de Renault o de Peternac. Sin embargo, tengo la sensación de que en el segundo grupo hay algo más de sectarismo y un porcentaje de personas que, si escucharan a Puente decir que adelante con el soterramiento, sacarían pecho de lo bueno que es el PSOE y defenderían el proyecto con la misma vehemencia con la que ahora lo ridiculizan.

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En mi opinión el proyecto sería muy beneficioso, pero no es crítico. Y cuando algo no es crítico, su viabilidad depende del coste. Valladolid no puede afrontar el soterramiento de modo autónomo porque los ciudadanos no estamos dispuestos a pagar los impuestos necesarios para sufragarlo. No tengo la menor duda de que si Sánchez necesitara nuestros votos para gobernar tendríamos soterramiento y una estación con mármol, moqueta y originales de Renoir. No es una manera de hablar: veríamos informes haciendo viable lo que hasta el día anterior era imposible. A ver, que han subvertido el Estado de derecho, la separación de poderes, la independencia judicial, el imperio de la ley y la Constitución, ya me dirán qué harían con un mísero túnel.

Es evidente que si hoy no tenemos soterramiento es porque no somos catalanes o vascos. Pero eso, aun siendo cierto, no cambia nada, porque la realidad es que ese aspecto no tiene arreglo y los diputados del PSOE por Valladolid votarían en un momento dado contra los intereses de la ciudad con la misma obediencia con la que los diputados del PP harían lo propio si se lo exige su partido. Así que, mientras se crea un partido provincialista en la línea de 'Por Ávila', 'León ruge', 'Zamora enraíza' o 'Palencia ya' –que podríamos llamar 'Valladolid subyuga' o, quizá, 'Pucela centraliza'–, esto es lo que hay. Resumiendo: que, sin el apoyo del ministerio, no hay nada que hacer. Y el ministerio es, hoy por hoy, Óscar Puente. No sé cuánto durará ahí, la purga de noviembre ya aparece en el horizonte, una purga que, según parece, traerá una revolución en Ferraz y no pocos cambios en el Consejo de Ministros. Y, aunque no parece que un poco probable cambio en el ministerio pueda conllevar un cambio de criterio en este sentido, la realidad es que este asunto desprende un tufo de enconamiento personal que creo se reencauzaría con un cambio en el titular de la cartera de Transportes, centrando de nuevo el debate en aspectos técnicos y racionales en lugar de en el rencor, las heridas mal curadas y el ego.

Y no necesariamente para volver al soterramiento sino también para descartarlo. Es evidente que tras la actitud de Puente subyace una represalia a la ciudad por no darle esa mayoría absoluta que aseguró tener de modo holgado y que solo se creyó él. Y, por qué no decirlo, también una represalia personal contra quien le quitó la Alcaldía y que, de conseguir el soterramiento, hundiría las expectativas municipales del partido del que es secretario provincial. Pero no es menos cierto que en Carnero se observa el mismo 'pique' y que mientras el 'no' lleve la cara de Puente, no va a hincar la rodilla. Y hace bien. No solo porque iba en su programa de gobierno y está comprometido por él sino porque Valladolid no debe renunciar al soterramiento jamás, es una aspiración histórica que no puede estar sujeta a la urgencia de lo operativo o de lo coyuntural. El PSOE puede perder el gobierno en unas elecciones anticipadas que se hacen más probables cuanto más las niegan y no sabemos qué pasaría con un ministro de Transportes popular, teniendo en cuenta que Feijóo se comprometió personalmente con el soterramiento.

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Pero vuelvo al factor humano. En Valladolid ha calado la sensación de que estamos enfrascados en una guerra personal entre dos personas y que esto ya no va de presupuesto o de viabilidad técnica sino de obcecación, revanchas y victorias privadas.

La realidad es que si Carnero renuncia al soterramiento, probablemente tendría que dimitir. O, al menos, no presentarse a la reelección y abrir el melón de la sucesión cuando las encuestas le son muy favorables debido, precisamente, a la nefasta situación del PSOE. Carnero se ha comprometido tanto en este asunto que un fracaso no podría venderse como un imprevisto operativo, como un bache en el camino, como 'cosas que pasan'. Es el eje de su proyecto. Y, por eso, no renunciará a él. Sería un gran error por parte del PP comenzar una integración, que supondría el abandono definitivo del soterramiento, si realmente tiene claro que con el PP gobernando en el corto plazo, el soterramiento saldría adelante. Pero ojo: si con Feijóo en el gobierno esto tampoco saliera adelante, no solo debería dimitir Carnero sino también Mañueco y, desde luego, el propio Feijóo, por faltar a su compromiso y a su palabra con los vallisoletanos.

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Por todo ello, creo que Carnero debe reflexionar y pensar en cómo enfocar la segunda mitad del mandato. Si tiene la certeza de que el soterramiento es viable y que un ministerio del PP lo financiaría, posiblemente deba aguantar y capear el temporal dando solución, mientras tanto, a problemas urgentes como Arco de Ladrillo. Pero si no tiene la total certeza de que sea viable o duda de que un gobierno popular fuera a asumir, llegado el momento, el coste que le corresponde, es el momento de bajarse del barco y pensar en un proyecto de ciudad a largo plazo, más allá de este tema, del que los vallisoletanos estamos cansados. Y no solo porque nos atasca sino porque quita el foco de proyectos necesarios y ambiciosos para una ciudad que está en el momento de pensar qué quiere ser de mayor.

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