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Pues sí, a vueltas por enésima ocasión en el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua con las 'Glosas Silenses', y por extensión con las 'Emilianenses', anotaciones fundamentales para los orígenes del castellano, piedra angular del español universal, cuya trascendencia filológica (pero no solo ... filológica, y perdón por el solo) puso de manifiesto el maestro de maestros don Ramón Menéndez Pidal, un gigante de la sabiduría y la investigación sobre cuyos hombros, como diría Chesterton (cita que tomo de Juan Manuel de Prada), se han levantado todas las aportaciones posteriores, que han engrandecido las suyas al matizarlas.
Y es que la próxima semana quienes son y quienes saben se reunirán en el Palacio de la Isla, sede burgalesa del Instituto, y en el propio Monasterio para considerar una por una esas glosas y línea por línea el Penitencial glosado, por vez primera (era hora) trasladado del latín medieval al castellano de hoy, tarea llevada a cabo por Carlos Pérez, latinista de la Universidad de Burgos que ya demostró un magnífico sentido del idioma al cumplir esa tarea con el Concilio de Aranda (1473).
Con muy avezados estudios desde Menéndez Pidal hasta el presente, ¿tiene sentido este retorno a las 'Glosas'? Pues claro. Como volver a Cervantes o al 'Cantar del Cid', a 'Los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta' o a 'El Becerro Gótico de Cardeña', colecciones diplomáticas definitivamente sacadas de las sombras a la luz, haciendo por fin bueno aquel dicho latino de «post tenebras spero lucem», por José Manuel Ruiz Asencio, Irene Ruiz Albi y Mauricio Herrero (Valpuesta) y José Antonio Fernández Flórez y Sonia Serna (Cardeña). Se trata de la sempiterna actualidad de los clásicos.
Qué maravilla la cultura española. Desde los orígenes del toreo a pie a los del castellano vamos intelectualmente de festín en festín. Bien lo sabemos todos, empezando por el presidente Alfonso Fernández Mañueco, con el que muchas tardes he compartido la emoción, la intensidad y la belleza de las corridas y con el que habitualmente hablo de glosas, cartularios o pizarras visigodas. «¿Habrá novedades en esta cita sobre las 'Glosas'?», me preguntó el martes en el Palacio Real al hilo de la presentación de mis dos últimos libros taurófilos. «En efecto, las habrá. No enormidades, pero sí en cuanto a la condición del autor, la interpretación de algunas glosas difíciles, el léxico o la sintaxis», le contesté. O sea, más temas de conversación entre toro y toro.
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