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La victoria de Nueva Democracia sobre Syriza y, ante todo, el éxito de Kyriakos Mitsotakis contra Alexis Tsipras, convirtió ayer el mandato de la izquierda alternativa en Grecia en una experiencia pasajera que devuelve al país a la senda liberal-conservadora. El declive de la ... alianza liderada por Tsipras comenzó después de que ganara las elecciones de 2015, cuando tras recabar el voto de los descontentos ante dos rescates consecutivos de la economía griega por parte de la Troika -FMI, Comisión Europea y BCE- el nuevo mandatario sometió la posición de su Gobierno ante un irremisible tercer rescate al resultado de un referéndum que se mostró en contra. Una consulta moralmente vinculante para quien la convocó, que desoyó a continuación el parecer mayoritario de sus conciudadanos. Grecia no tenía más remedio que acogerse a esa tercera ayuda que le brindaba la Troika. Lo que sobró fue el gesto populista de Tsipras. La victoria de Mitsotakis se alza sobre la derrota de Syriza. Una derecha dividida y desconcertada se vino ya arriba en los comicios europeos y locales del 26-M en Grecia, sobre la paulatina descomposición que venía sufriendo Syriza bajo el liderazgo unipersonal de Tsipras. El escrutinio de ayer confirmó los pronósticos. El empeño de última hora por unir a las izquierdas del país, reviviendo a Papandreu, no pudo contrarrestar el ánimo al alza de los conservadores, que se vieron directamente beneficiados por la desafección de votantes progresistas con respecto a las promesas de hace cuatro años. Probablemente Tsipras no pudo hacer más de lo que hizo al frente del Gobierno. Pero lo que buena parte de sus iniciales votantes le reprochan es que debió prometer menos. La combinación de medidas realistas aplicadas sin previo aviso, con la insistencia en un discurso providencial, acabaron ayer con un ensayo insostenible en tanto que reclamo electoral. Pero la Grecia que hereda Kyriakos es tan dual socialmente, ciega tanto las expectativas de los jóvenes, se sitúa tan lejos de las medias europeas en todos los parámetros económicos y de bienestar, que ni siquiera la corriente de simpatía y comprensión que el nuevo Gobierno reciba de Bruselas, Berlín o París le servirá para mucho. Mitsotakis cuenta con la presunción interna y exterior de que sabrá pilotar el país sensatamente.Persistente mordaza La llamada 'Ley Mordaza' ha cumplido cuatro años de vigencia, aunque desde octubre pasado todos los grupos parlamentarios fueron coincidiendo en la necesidad de su reforma para dotar al país de una norma básica de seguridad sujeta a la prevalencia de las libertades. El 'impasse' institucional apunta a que la discutida ley de Jorge Fernández Díaz se mantendrá efectiva cuando menos hasta bien entrado 2020. Hasta que se constituya la ponencia parlamentaria que retome los trabajos de la legislatura anterior, y trate de avanzar sobre los consensos alcanzados, frente a la previsible oposición de Vox. La democracia representativa actúa con mayor celeridad cuando de lo que se trata es de introducir una nueva norma por mayoría -por controvertido que resulte su articulado- que de revisarla. Es un contrasentido que esta ley haya sido objeto de intentos de derogación y propuestas alternativas desde el mismo momento de su promulgación, que desde 2015 haya generado una amplísima sintonía para modificarla -incluyendo al PP-, y que a pesar de ello pueda seguir en vigor muchos meses más, con la única esperanza de que el ministro de Interior minimice sus efectos mediante órdenes de interpretación.
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