Anoche me encontré con el chaval que yo era cuando vi 'Río Bravo'. Estaba ese muchacho en un merendero de carretera, era verano, acabábamos de comer y mi abuelo y yo nos sentamos frente a la tele de debajo de una parra a ver «una ... de tiros» que era, básicamente, el nexo de unión más fuerte entre generaciones que teníamos. Yo desmenuzaba una magdalena y se la daba a unos patos sucios que paseaban por el merendero mientras mi abuelo fumaba un purito a mi lado, todos los años 70 juntos en una imagen.
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Mis admirados 'Cowboys de medianoche', Jose Luis Garci, Eduardo Torres-Dulce, Luis Herrero y Luis Alberto de Cuenca, a los que escucho en pódcast cada sábado, tienen cada cierto tiempo el debate de si conviene revisitar las obras que hemos disfrutado en el pasado. Tienen incluso el debate sobre la palabra revisitar frente a revisionar en su constante lucha contra los anglicismos. Ellos, aunque tratan los estrenos de la semana y las novedades cinematográficas, denotan lo felices que son cuando hablan de aquellas pelis que fueron las suyas: 'Hatari', 'Mesas separadas', 'El sueño eterno'… Incluso, cuando quieren no resultar tan anclados al pasado, nombran películas 'modernas' como 'Master and Commander' sin caer en que tiene ya casi 20 años y sin destacar el clasicismo de la película de Peter Weir que, sin duda, había visto una y mil veces películas como 'El capitán Blood'.
Garci suele aludir a unas declaraciones de Borges en las que, según el ciego brillante, llegamos a una edad en la que ya sólo debemos releer, más que seguir leyendo cosas nuevas. No recuerdo, en mi flash, lo que le pareció a mí yo de doce años 'Río Bravo', salía Yon Baine, había tiros y un viejo sin dientes gracioso, así que supongo que le parecería maravillosa. Pero aquella película nada tiene que ver con el 'Río Bravo' que vio el joven de 25 unos años después, esta vez en una filmoteca, en sesión de madrugada y con apenas cuatro personas en la sala. El gafapasta miró ese 'Río Bravo' admirando la escena en la que el borracho es obligado a recoger una moneda de la escupidera, filosofando sobre el pulso narrativo y el amor a la misión encomendada de los personajes de Hawks. Ni con el que la vio cerca de los 40 junto a mi admirado Arturo Pérez Reverte en el que me hablaba de la necesidad de la épica, de la belleza de la amistad, de la grandeza de Angie Dickinson.
Sí, hay que volver a las obras que ya conocemos, porque ella sigue siendo la misma, pero tú no, y actuamos con una tremenda prepotencia cuando, ante una obra maestra, nos sacudimos el hombro diciendo «ya la he visto». No, la vio aquel que eras, alguien, si lo has hecho bien, seguramente más imbécil que tú.
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