
El volcán catalán
Análisis político ·
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«Hemos visto con claridad la impreparación del Estado de las Autonomías frente a los retos trascendentales (la pandemia)»El periódico de más circulación en Cataluña ha publicado una encuesta de Gad3 que refleja las variaciones más recientes de la cuestión catalana, poco después ... de que el presidente Sánchez y el portavoz de ERC Rufián hayan acordado proseguir el diálogo iniciado en febrero, una de las condiciones de los republicanos para apostar a la investidura del líder socialista, cabeza de una coalición PSOE-UP. Y aunque las encuestas no sean noticia, en este caso resulta ilustrativo observar los movimientos anunciados, una vez que los neoconvergentes se han escindido -Puigdemont ha fundado su propio partido, JxCat, escindido del PDeCAT, fundado por Artur Mas para perder de vista las siglas de CiU que se relacionaban con la corrupción-, y que ERC parece afirmarse como la primera fuerza de Cataluña.
Según dicha encuesta, en un Parlamento catalán de 135 escaños en que la mayoría absoluta está fijada en 68, ERC ganaría las elecciones con 42 escaños (lo que representa una subida de 10), seguida por JxCat con 31 (desde 34) y por el PSC con 26 (desde 17). La CUP mantendría sus cuatro escaños y C's caería estrepitosamente de 36 a 13 en tanto el PP reduciría su representación de 8 a 4. El nuevo PDeCAT acaba de comenzar su andadura y no hay todavía indicios claros de las posibilidades que pueda tener el Partit Nacionalista Catalá (PNC) de Marta Pascal, fundado a imagen y semejanza del PNV; por todo ello, estos datos han de acogerse aún con escepticismo. Tampoco es posible calibrar en estos momentos el peso que la gestión de la pandemia por la Generalitat, no precisamente brillante, pueda tener a la hora de votar.
Notoriamente, según esta encuesta, los secesionistas obtendrían mayoría absoluta de escaños y votos (51%), con una particularidad muy relevante: ERC podría gobernar la Generalitat tanto con JxCat (73 escaños) como con el PSC (68). No parece probable, en las actuales circunstancias, una coalición de izquierdas, que suscitaría las iras del nacionalismo conservador, pero la posición de ERC queda mucho más fortalecida que antes frente a los despropósitos rupturistas de Puigdemont, dispuesto a lanzar Cataluña al abismo si hiciera falta para colmar sus intereses.
Con estos resultados, y después de una agitada trayectoria que ha incluido un intento de golpe de Estado que ha dejado graves secuelas penales, se constata a la postre que Cataluña puede avanzar en dos direcciones: hacia el soberanismo o hacia la izquierda. Conviene recordar que, tras dejar el poder Jordi Pujol en 2003, gobernó el tripartito, cuyos errores nos han traído hasta aquí. Pero aquella mayoría teórica sigue existiendo y es lícita la pretensión de reproducirla ya sin las burdas equivocaciones de antaño.
Parece evidente que, una vez que la derecha no nacionalista catalana ha llegado a mínimos, las formaciones de izquierdas nacionalista y española tendrían que ensayar una posibilidad de estabilizar Cataluña sin llegar a la exasperación independentista. Fracasó una vez el intento de reformar el Estatuto para adaptarlo a los nuevos tiempos y a las nuevas aspiraciones de la mayoría de los catalanes pero esta no es razón para bloquear esta vía, que bien podría reproducirse el día de mañana.
En caso de que ERC persiste en su intención de negociar, descartando por tanto nuevas ensoñaciones rupturistas, parece lógico pensar que cabe la posibilidad de que una alianza ERC-PSC sea capaz de inspirar una reforma del modelo territorial que no solo es necesaria en Cataluña sino en todo el Estado. Hemos visto con claridad la impreparación del Estado de las Autonomías frente a los retos trascendentales (la pandemia), un déficit que es consecuencia de que no hemos sido capaces de implantar un modelo experimentado, de corte federal, que ha dado buenos resultados en otros lugares.
Si los constituyentes españoles del 78 miraron hacia Alemania en muchos sentidos pero olvidaron reproducir su eficiente sistema de organización territorial, sería bueno que sus epígonos, un par de generaciones más tarde, corrigieran el olvido. Nada debería impedir que Pedro Sánchez y Oriol Junqueras -el político catalán más valorado- se pusieran al frente de este designio. De momento, cuatro de los ocho diputados catalanes del PDeCAT también se abren a negociar.
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