Ibarrola

Vivir despacio, vivir mejor

«No estaría mal que reflexionaramos sobre lo absurdo de la velocidad que le imprimimos a nuestras vidas y decidiéramos tascar el freno en procura de una existencia más apacible, relajada y saludable»

Antonio San José

Valladolid

Martes, 28 de diciembre 2021

Algunas publicaciones digitales, han introducido recientemente la audiolectura de contenidos. El servicio permite escuchar sus textos narrados por un sintetizador que se asemeja a la voz humana. La tecnología avanza y con esta innovación, que ya tienen incorporada muchas otras empresas, se presta un servicio ... muy útil a las personas afectadas por cualquier tipo de discapacidad visual. Además, el auge del podcast hace que muchos usuarios utilicen esta lectura en voz alta cuando salen a hacer deporte, a pasear o conducen su coche.

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Lo que me ha llamado realmente la atención es la existencia de un selector de velocidad que permite escuchar los contenidos con mayor rapidez para ahorrar tiempo. Vamos, que no importa si la comunicación acelerada se asemeja a los discos de vinilo de 33 revoluciones por minuto, reproducidos a 45. El efecto debe de ser parecido e igual de insoportable, pero un oído entrenado quizá sea capaz de traducir la espídica narración en palabras inteligibles. Uno piensa, la verdad, que cada cosa tiene su ritmo, y la lectura también ¿Se imaginan a los periodistas de radio y televisión ofreciendo sus noticieros a toda pastilla? Precisamente, porque se trata de entender todos los términos de un hecho noticioso, el poder escuchar los datos a un ritmo normal es algo fundamental para fijar y comprender los elementos básicos del relato.

Enseguida me acordé de Carl Honoré, un periodista canadiense autor del libro 'Elogio de la lentitud' que triunfó en toda Europa hace veinte años. Tuve la oportunidad de entrevistarlo y me contó que la idea de su exitosa obra surgió en un aeropuerto, cuando buscaba en la librería un volumen de cuentos condensados para leer a su hijo antes de dormir. En lugar de las narraciones tradicionales, Honoré estaba interesado en unos resúmenes que le ahorrarían tiempo en ese momento tan delicioso y efímero de introducir a los niños en el mundo de los sueños con la ayuda de unas historias mágicas. Allí se dio cuenta de lo acelerado que vivía y dedicó sus energías a proclamar las virtudes del denominado 'Movimiento Lento'. En resumen: vivir despacio, de manera consciente, disfrutando y paladeando cada momento, sin la aceleración estresante del que va por la vida como un pollo sin cabeza.

En estos últimos días del año, cuando quien más quien menos se pone metas y objetivos personales para desarrollar a lo largo de los próximos doce meses, no estaría mal que reflexionáramos sobre lo absurdo de la velocidad que le imprimimos a nuestras vidas y decidiéramos tascar el freno en procura de una existencia más apacible, relajada y saludable. Buscar eso que los estoicos, con gran sabiduría, definían como 'serenidad'. Perseguir la armonía, el equilibrio, la placidez vital. Sacarle el jugo a cada instante para ser testigos privilegiados y conscientes de la aventura maravillosa que es vivir.

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Personalmente, siempre rechacé hacer cursos de lectura rápida, porque me gusta disfrutar de los libros al ritmo que exige su autor y la narración que plantea. Tampoco vería una película a mayor velocidad (la tecnología también lo permite), ni escucharía música o noticias de forma apresurada. Bastante agitadas son nuestras jornadas como para alimentar aún más la locura de la prisa. Piénsenlo, decidan vivir más despacio para, así, vivir mejor. Conecten con su equilibrio y busquen su armonía vital. El mundo no va a mejorar por ello, pero seguro que su espíritu se lo agradecerá. Es un propósito que merece la pena para el año nuevo. Un 2022 cargado de incógnitas que, a pesar de todo, les deseo muy feliz.

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