Vive Dudamel!

Ante tanto acongoje con el dichoso bicho y la confusión sembrada por la errática política de vacunación, siempre nos quedará la música, ese arte mágico que resuena en todas partes y que nos sume en un estado embriagador y balsámico. Comparada con las que atenazan ... nuestras vidas, la noticia de que Gustavo Dudamel haya sido investido director musical de la Ópera de París es un hecho menor, pero cada cual tiene su corazoncito. El director venezolano es el segundo latinoamericano que se hace cargo de semejante desafío; el argentino-israelí-español-palestino Daniel Barenboim fue el primero, pero su desembarco en el templo francés le allanó el camino porque su condición de judío de origen ruso contaba (permítanme la licencia), al margen de su indudable talento como pianista y director. Pero todo acabó mal, fatal, y fue destituido. Los franceses son muy exquisitos con 'sus cosas' y ese chovinismo lo condiciona todo. El hecho de que la autoridad operística se haya rendido ante Dudamel le otorga un valor doble.