En 1980, José María González Sinde dirigió su primera película con el titulo de 'Viva la clase media', un relato de los avatares que vivieron durante la clandestinidad de los años sesenta un grupo de personas afiliadas al PCE, pertenecientes a la entonces emergente clase ... media. Aquella experiencia cinematográfica resultó curiosa porque Sinde, que fue el 'alter ego' de las primeras películas de Jose Luis Garci, contó con el oscarizado director como protagonista en lo que fue su primer largometraje como actor al otro lado de la cámara.
Publicidad
La década prodigiosa de los 60 trajo a España el Seat 600, las vacaciones en Benidorm, las neveras eléctricas y las compras a plazos. En pleno desarrollismo, el avance del país se sustentaba en una clase trabajadora que fue adquiriendo capacidad económica suficiente para consumir y animar una economia que aún acusaba los estragos de la autarquía y la larga posguerra. A partir de los años setenta esa franja social fue la autentica protagonista del despegue español. El acceso a ese estatus de clase media, definió el progreso y la modernización de la sociedad hasta su equiparación paulatina con los países de nuestro entorno, que se consolidaría después con el ingreso de España en la entonces CEE.
Ahora, Pedro Sánchez se ha dado cuenta de que el Estado no dispone de ingresos suficientes para hacer frente al gasto social derivado de la pandemia y también ha adquirido consciencia de que Europa no nos va a dar el dinero gratis. Es por ello que anuncia una subida de impuestos, enmascarada en el eufemismo de reforma impositiva, que va a recaer, no lo duden, en la cada vez más menguante clase media de este país. Descartado el denominado «impuesto a los ricos», que resulta meramente cosmético por su escasa aportación a las cuentas publicas, el esfuerzo a la hora de pagar va a recaer, una vez más, en las rentas medias que se van a ver obligadas a sufragar todos los gastos generales.
Uno de los más graves problemas a los que nos enfrentamos en estos momentos es el estrechamiento de ese territorio social y económico al que llamamos clase media. La finalización de las ayudas públicas para miles de familias y la más que previsible conversión de muchos ERTE actuales en ERES de extinción a la vuelta del verano, señalan un forzoso abandono de la clase media de muchas personas que descenderán en el escalafón social al perder su trabajo, sus ingresos y el modo de vida que habían llevado hasta ahora.
Publicidad
El drama está ahí, a la vuelta de la esquina, y no va a conjurarse por querer obviar una realidad tan dura como cruel. No se trata de decir desde el Gobierno que «no va a quedar nadie atrás», porque ya se están quedando por el camino muchas personas a las que las ayudas publicas solo les dan para pagar la hipoteca o el alquiler. Cáritas, los servicios sociales de los ayuntamientos, las parroquias y los comedores públicos ofrecen elocuentes muestras de esta destrucción brutal de riqueza. La clase media pierde integrantes, que van a parar a la clase baja, y la clase baja comprueba cámo una parte significativa de la misma se ve empujada directamente a la pobreza.
Así las cosas, solo queda exprimir fiscalmente a quienes aún componen un sector que antes tenía una cierta capacidad de ahorro y ahora se las ve y se las desea para llegar a fin de mes. Impuestos confiscatorios les esperan. Una vez más, viva la clase media, o lo que quede de ella.
Publicidad
Noticia Relacionada
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.