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En cualquier crisis económica, las dos primeras preguntas que debemos formularnos son: ¿soy solo yo o es el mundo entero? y ¿cómo me está afectando a mí? Las respuestas no resolverán mágicamente los problemas, pero pueden evitar numerosos errores y distracciones fatales y, sobre todo, ... encauzar el debate hacia las soluciones necesarias.
Presentar, como se está haciendo, los costes económicos frente a los posibles beneficios para la salud, asociados con las acciones restrictivas del Gobierno, supone simplificar a la mínima expresión un problema mucho más complejo. La realidad es que los dos compartimentos están inexorablemente unidos. Sin una fuerza laboral saludable, no puede haber productividad económica. Por lo tanto, cuanto antes se controle la crisis de salud (algo que nos concierne a todos y no solo a lo que diga el BOE), antes podrá iniciarse la recuperación económica.
Un mundo en el que un tuit nocturno del presidente Trump puede enviar a los mercados financieros al infierno requiere de recetas económicas que van mucho más allá del debate parlamentario de pandereta al que asistimos en España. Es el momento de reclamar a nuestros representantes, una vez más, que estén por encima de las sigas de sus partidos y, sobre todo, de sus incontrolados egos. Sé que es mucho pedir, pero en sus manos tienen la posibilidad de recuperar parte del vínculo perdido con la sociedad o denostarlo todavía más. Hoy, los políticos deben tomar decisiones difíciles, incluso con información imperfecta, pero si hoy no protegemos a la economía, la covid-19 dañará la salud no solo ahora sino también en el futuro.
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