Iker Ayestarán

De Da Vinci a Landero

En la galaxia digital los soportes en que guardamos nuestros datos cambian y evolucionan constantemente. Las fotos analógicas, las películas de Súper 8, las cintas de casete, los vídeos VHS, los CD, los DVD, las diapositivas, los pendrives, los discos duros, la nube…

Jueves, 25 de marzo 2021, 08:02

Conservo aún los primeros cuadernos que compré en El Rastro, a mediados de los años setenta, y alguna pluma estilográfica con que los emborroné. Mis preferidos eran los de papel de arroz, suavísimos, con tapas negras y el lomo rojo. Su anagrama: la silueta de ... un hombre escribiendo sobre un pequeño secreter y el número de serie: 6210, Shanghai, China. Luego adquirí, o me regalaron, muchos cuadernos diferentes, entre ellos los famosos Moleskine y sus incontables imitaciones. Alguna vez, cuando los repaso al azar, me sorprende no tanto el estilo con que fueron escritos sino su contenido. Sucede que en más de una ocasión había olvidado por completo que sobre aquel papel tan suave de hojas pautadas sobrevivían acontecimientos, sueños y reflexiones que de otra forma se hubieran extraviado en la niebla de la memoria.

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No hace mucho, el historiador Walter Isaacson –quizás el más famoso biógrafo de Leonardo Da Vinci y autor también de libros sobre Kissinger, Franklin, Steve Jobs o Einstein–, sostenía que «el papel es tecnología punta». «Con Leonardo he conseguido», contaba a Ruiz Mantilla en 'El País', «algo que no había logrado con Steve Jobs. Ni los ingenieros de su equipo pudieron recuperar miles de correos que me hubieran ayudado a escribir su biografía por un fallo en el sistema. Sin embargo, los cuadernos de Leonardo ahí siguen, 500 años después».

En la galaxia digital los soportes en que guardamos nuestros datos cambian y evolucionan constantemente. Las fotos analógicas, las películas de Súper 8, las cintas de casete, los vídeos VHS, los CD, los DVD, las diapositivas, los pendrives, los discos duros, la nube… Como explican los expertos, el problema no es tanto que se degraden los soportes donde conservamos los datos, sino que dejen de comercializarse las máquinas donde leerlos. La semana pasada 'ABC' publicó un reportaje sobre el libro de Jordi Gracia 'Los papeles de Herrralde', en el que reúne las cartas que el fundador de Anagrama envió a autores, críticos y agentes literarios entre 1968 y 2000. ¿Por qué ese límite del año 2000? Jordi Gracia lo explica: en esa fecha se pasó del correo postal al correo electrónico y un revés informático destruyó buena parte de la correspondencia.

Imagino que en ocasiones, pulsando el clic de la memoria, rescatamos más que simples datos: la atmósfera de un tiempo esencial. Cuenta Luis Landero a Manuel Llorente en 'El Mundo' que su próximo libro tras 'El huerto de Emerson' quizás tenga que ver con un hallazgo: «Hace un par de meses hicimos limpia en el trastero, que era una auténtica leonera, y aparecieron unos cuarenta cuadernos de los años 70 y 80, escritos por las dos caras con una letra menuda. Son ejercicios literarios, trazos de novelas fallidas, cuentos sin terminar… Creí que los había tirado. Al verlos, se me representó con una claridad deslumbrante lo que ha sido esencialmente mi vida: palabras, palabras, palabras».

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