José Ibarrola

Un Villalar distinto

«Pero recuerdo otro año –el de 1988– en que, tras haber ganado las elecciones autonómicas José María Aznar, el hacer «profesión de fe de castellanidad» se me presentó casi como una obligación individual»

Luis Díaz Viana

Valladolid

Sábado, 23 de abril 2022, 00:05

La fiesta de Villalar que se celebra hoy es especialmente distinta a la conmemoración de otros años por diversos motivos. Se realiza, por un lado, en un momento en que los planteamientos de segregación de León respecto a la actual Comunidad Autónoma van dejando de ... ser una hipótesis o elucubración poco realista: no es –únicamente– que el partido nacionalista de la UPL haya obtenido unos buenos resultados (para lo que eran sus expectativas hasta hace bien poco tiempo). Pasa, también, que cada vez más voces –al margen de la política– se suman a esa aspiración de un «León solo», como rezaban algunas pintadas de nuestros inicios autonómicos. De otra parte, acaba de efectuarse la entrada en el gobierno de esta Comunidad de una formación que –precisamente– proclama como esencial propósito terminar con la 'España de las autonomías'.

Publicidad

Delicada situación, pues, para celebrar nada que tenga que ver con la exaltación de pertenencia a una Comunidad Autónoma que se compone de Castilla y de León, si bien Villalar se identifique –sobre todo– con lo castellano, y, más exactamente, con una manera progresista y democrática de imaginar o reconstruir Castilla.

De ahí que su celebración haya tenido, desde sus comienzos en los 70, mucho de romería laica, de ritual por estructurar e –incluso– de exhumación decimonónica de la historia patria; cuando se buscaba, en episodios ocurridos hace siglos, todo lo que pudiera servir de signo, símbolo, emblema o bandera para los ideales que se pretendiera reivindicar. En el caso del rescate de la memoria de los comuneros derrotados en Villalar, los valores que se quería destacar parecen claros: la libertad, la democracia, la independencia o autonomía local. Y ello más allá de la realidad histórica o de los debates que se siguen produciendo respecto al sentido ideológico y social de aquella rebelión.

Tuve, por cierto, el honor de ser invitado a participar en el VIII Simposio de Historia Comunera de 2021 que tuvo lugar en Villalar. No volvía por el pueblo desde el año 2016, en que –justo el día antes– acababa de recibir el Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades. Mi asistencia a la fiesta durante las últimas décadas había sido, por tanto, más bien esporádica. Pero recuerdo otro año –el de 1988– en que, tras haber ganado las elecciones autonómicas José María Aznar, el hacer «profesión de fe de castellanidad» se me presentó casi como una obligación individual.

Y es que, a poco de llegar Aznar a la presidencia de la Junta, declaró con su rotundidad característica que «no iba a gastarse un duro» en la fiesta de Villalar, a la vez que se iniciaba una etapa en que la celebración oficial del Día de la Comunidad el 23 de abril se tornaba itinerante (con la no escondida intención de torpedear la conmemoración en la campa).

Publicidad

Hubieron de transcurrir casi tres lustros para que el PP, en la figura del entonces presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, se sumara institucionalmente a una fiesta de Villalar a la cual se había querido postergar en vano. La «normalización» fue ardua y larga, como se podrá pensar, siendo una de las peculiaridades autonómicas de Castilla y León que la celebración oficial del Día de la Comunidad Autónoma se realizara en un lugar diferente al que acudían las gentes de las distintas provincias para festejarlo.

Es de temer que se regrese a anomalías parecidas, ahora que Vox ha inaugurado el explosivo experimento de gobernar una Comunidad sin creer en ella. Y, sin embargo, no deja de resultar paradójico que los movimientos ultranacionalistas que se afanan por «restaurar el pasado» demuestren apenas interesarse por él e invoquen la recuperación de una «España de las provincias». Cuando tal organización territorial –debida a Javier de Burgos en 1833– es, en términos históricos, bastante reciente y sigue el modelo centralista francés de departamentos.

Publicidad

No se sabe quién vendrá y quién o quiénes dejarán de venir a este Villalar extraño. Solo sé que se trata de una de esas ocasiones en que la campa nos aguarda a todos; con la iniciativa –además– de una novedosa firma de libros de una imaginada Biblioteca Comunera. Yo no faltaré. ¿Y tú?

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad