Secciones
Servicios
Destacamos
Las veleidades del PSOE con Marruecos vienen de lejos. Siendo Zapatero el mirlo blanco, la promesa redentora de los socialistas, tuvo dos gestos definitorios del desnorte que amueblaba su pobre mollera: Permaneció sentado al paso de la bandera de EE UU y se fotografió con ... el rey de Marruecos, ante un mapa que incluía en el Magreb a Canarias, Ceuta, Melilla y Andalucía. Así, de una tacada. El 'bobo solemne' en plena crisis con Marruecos por el conflicto del islote Perejil, fue para intermediar en el conflicto, «comprendiendo el enfado marroquí, para trazar lazos de unión y suavizar las relaciones entre los dos países». Ya, aun estando en la oposición, apuntaba maneras el de la 'alianza de civilizaciones'.
Fue una visita desleal con España, pero Mohamed VI le vio el pelaje de pardillo y, con total desvergüenza, le invitó a fotografiarse ante el mapa imaginario. Dos visitas más y Marruecos se expande hasta los Pirineos. Zapatero, con su mejor sonrisa, logró su primera foto como personaje internacional, contento de pasar a la historia al lado un demócrata de solera, como el rey alauita. Después de asumir con su presencia semejante disparate, es lógico que, siendo presidente del Gobierno, Marruecos redoblara sus exigencias, no solo con el Sáhara –calderilla territorial–, sino cruzando el Estrecho para llevar su chilaba hasta Andalucía. Ceuta y Melilla caerían al paso.
Como la diplomacia marroquí emana directamente de la 'testiculina' de su dueño, el ruido y los gestos desabridos son sus mejores ingredientes. Y, para no cabrear a la criatura, España debe mirar hacia África con los pantalones por debajo de las rodillas, cayendo en el esperpento de que, por ejemplo, el rey de España no puede visitar Ceuta porque el de Marruecos considera que eso es «una intolerable provocación».
Como España aceptó la rabieta, el despropósito se consolidó y cuando Aznar visitó Melilla, siendo un particular, Pepiño Blanco, ministro de Fomento y 'pepitogrillo' del Gobierno, afirmó que «la visita de Aznar a Melilla es una deslealtad hacia España, porque altera las excelentes relaciones que mantenemos con el país vecino». De la visita de ZP, foto incluida, no se acordaba, pero, con aquella salida gloriosa, el de Marruecos se envalentonó y, desde entonces, parece que da los visados para visitar Ceuta y Melilla. Y así sigue todo. Ni el rey de España ni un expresidente del Gobierno pueden visitar dos ciudades españolas para que al 'amito' marroquí no le den retortijones de tripas. ¿Qué diría si España se enfadara cuando él visita Nador?
Nuestra política exterior es una claudicación en cadena y pronto tendremos la espalda en alcayata y callos en las rodillas de postrarnos ante cualquiera que nos enseñe un diente, sea Gibraltar, Cuba, Venezuela o Marruecos. Viene de lejos.
Ahora Pedro Sánchez sigue la estela de Zapatero y, aunque no se fotografíe ante un mapa en el que Marruecos se zampa incluso a Andalucía, se reúne consigo mismo y entre los tres, Pedro, Sánchez y Castejón, deciden hacerle un corte de mangas a nuestra política exterior, a la OTAN y al Frente Polisario, para ponerle ojitos de complacencia al chantajista magrebí. Y para barnizar el despropósito, encarga al atolondrado Albares, ministro de AA EE, que nos tranquilice con que la cesión garantiza nuestra cohesión territorial porque excluye a Ceuta y Melilla de las ambiciones marroquíes. ¿Podrían resultar más patéticos si ensayaran un poco? Parece imposible.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.