El año que viene en Jerusalén
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Europa, el mundo occidental, donde la prosperidad ha echado sus raíces en los últimos decenios, llevaba mucho tiempo alejada de esa necesidad primaria de las patrias«El año que viene en Jerusalén». Durante milenios, los judíos han pronunciado esa frase al final de su Pascua, el deseo de hallar por fin el lugar seguro que acabara con sus sufrimientos. Seguro que la dijeron al despedirse, al abandonar Sepharad, hace ... quinientos años. La murmurarían los ancianos para calmar el miedo de los niños durante los pogromos rusos, en las aldeas de Odesa, de Kiev; la rezarían las mujeres abrazando a sus hijos mientras las fosas de Babi Yar iban llenándose con los 34.000 cadáveres masacrados por los nazis; la pronunciaron como una consigna inolvidable en los campos de concentración, en Auschwitz, en Mathausen, en Belzec, en Treblinka, en Varsovia... El año que viene en Jerusalén, en la patria, en un lugar seguro, lejos de las matanzas y las persecuciones. El hombre tiene todo el derecho del mundo a soñar un lugar mejor, una tierra de leche y miel. Cómo podríamos vivir sin la esperanza en un hogar amable... A ese sueño también tienen derecho los palestinos.
Europa, el mundo occidental, donde la prosperidad ha echado sus raíces en los últimos decenios, llevaba mucho tiempo alejada de esa necesidad primaria de las patrias. El bienestar, los derechos humanos, el trabajo, la tranquilidad, son la auténtica casa del padre. Eso significa patria, el país del padre. Sin embargo, en los últimos años, esa palabra cada vez nos sale más al paso. Como una pedrada. No es un buen término, en la actualidad, 'patria'; recurrimos a ella cuando las cosas no van bien. No les voy a decir nada de Cataluña, no voy a aumentar su cansancio. Solo aclarar que Torra o los independentistas no me recuerdan al anciano de Odesa. Es la patria, que resucita en Europa, la que ha votado el 'brexit'. ¿Sueña Jhonson con un mundo mejor mientras arden las cámaras de gas? Muchos ingleses, descendientes de emigrantes irlandeses, solicitan la nacionalidad que otrora despreciaron. Trump y la patria, quiere levantar muros para aislarla. ¿Quién pone en peligro a su país? Los austriacos, los polacos, los húngaros, los rusos, los ingleses, los americanos, los españoles que ondean su alma española en los balcones... Todos con la patria. ¿Qué triste moda es esta de las patrias? ¿Por qué las reivindican tanto quienes no necesitan soñar con el año próximo en Jerusalén?
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