Los incendios callejeros en la noche barcelonesa son el telón de fondo para la actuación policial contra una violencia contagiosa; las imágenes de Cataluña son intercambiables con las de Santiago de Chile, Hong Kong, Quito, el París de los 'chalecos amarillos', etcétera. Aunque el ... resultado sea el mismo, los orígenes de los conflictos pueden ser muy variables, desde la profundidad del conflicto catalán, a la inmediatez de revueltas por una subida de precio en los combustibles. Parece que en cualquier lugar puede surgir un conflicto imprevisto y desproporcionado que replica un efecto de contagio y, más allá de los argumentos aparentes, aflora una violencia social larvada. Sigmund Freud lo enunció en 'El malestar en la cultura' y es un estallido en el mundo global, con las redes sociales aportando un potencial flamígero descontrolado. El mundo no ha asimilado todavía el impacto de su potencial de manipulación, desde las 'fake news' al impulso de la acción irreflexiva propio del pensamiento- consigna de un tuit. Las redes sociales lanzan las noticias y arrastran a toda la constelación mediática que analizó Marshall McLuhan; en la vieja Galaxia de Gutemberg ha estallado una supernova cuyos efectos empiezan a sentirse.
La confusión de papeles y valores es otro factor añadido de dificultad. Durante siglos, la admiración social se focalizaba en los héroes que representaban los valores de la sociedad y los defendían, preferiblemente con éxito. El siglo XX vio crecer al 'antihéroe', que era un perdedor por defender sus valores, 'Los hermosos vencidos', de Leonard Cohen. El siglo XXI ve el triunfo generalizado de los malvados, en un ambiente moral ambiguo. Siguiendo la lógica de que la verdadera noticia es que un hombre muerda a un perro, resultan más 'interesantes' los relatos vitales de los jefes del narcotráfico, de un especulador cutre y homicida como Jesús Gil, o que el éxito de taquilla de esta temporada sea un malvado nacido en el universo justiciero de Batman: 'el Joker'… Tampoco hay que olvidar la estimulación de la violencia desde algunos videojuegos o el porno, todo ello accesible a menores y sin entrar en las 'dark web'. En este ambiente de confusión, donde parejas de recién casados se fotografían delante de coches incendiados, no tiene nada de especial que un 'Joker', Quim Torra, sea elegido president de una 'Cataluña-Gotham' y que, lejos de perseguir a los delincuentes que provocan disturbios, incendios y realizan el pillaje de artículos caros en tiendas de marca, persiga a los mossos que se enfrentan a ellos. La mayoría de los ciudadanos sienten gran preocupación y se preguntan dónde queda el papel del Estado en este mundo al revés.
La cuarta convocatoria electoral en menos de cuatro años se produce en medio de este gravísimo conflicto, con la máxima debilidad del Estado (sin Parlamento, con un Gobierno en funciones, partidos con crisis internas…) y como consecuencia de la incapacidad para ponerse de acuerdo los partidos que respetan la Constitución de 1978. Unidas Podemos es un movimiento anticonstitucional, no solo por su propuesta de balcanización de España, con su defensa de la autodeterminación de sus pueblos, sino por la confirmación de sus actuaciones en la crisis catalana. Respecto a lo que pueden ser programas de partidos políticos, la proliferación de algunos tipos de propuestas dan vergüenza ajena. Lo más absurdo es que se ha llegado a esta situación despreciando la voluntad ciudadana, por un proceso de ludopatía política de los partidos que esperan mejorar sus resultados. En base a ello, se han tejido las estrategias, olvidando la responsabilidad de la estabilidad del Estado; resulta ilustrativo que eran previsibles las fechas de la sentencia del 'procés', pero Sánchez optó por un Gobierno en funciones. Solo preocupan las encuestas, pero en ellas se ha colado la sentencia y otros factores de fragmentación, de modo que es previsible un Parlamento más dividido y enfrentado; como a Mickey Mouse en 'Fantasía', los aprendices de brujo pueden ser desbordados por lo que planificaron. El caso es que Sánchez y Rivera pudieron consolidar un bipartidismo corregido, estable por el respaldo de 180 escaños… Pero no quisieron y no se repetirá.
España tuvo un relato común mayoritario tras la muerte de Franco: construir la democracia. Fue un empeño difícil, considerando los lamentables precedentes históricos desde Fernando VII, pero se logró; a los españoles nos fue muy bien y vivimos el mayor período de paz y prosperidad. Sorprendentemente, ese relato se ha roto por diversas fuerzas políticas cuyos postulados básicos repudian el 'Régimen del 78' y propugnan el retorno a los viejos demonios: la división del Estado y el enfrentamiento cainita, que pensábamos haber superado. La reconciliación nacional fue asumida por la mayoría de los españoles y los partidos políticos que los representaron, siendo la piedra angular que permitió esa Transición y marcó la plena integración en la modernidad europea, un empeño histórico de la España Ilustrada. Ese relato de convivencia y democracia es demasiado para un pensamiento-tuit y habría que reconstruirlo y actualizarlo, pero ahora muchos políticos parecen olvidar la necesidad de aquella reconciliación, que no vivieron por su edad, y se lanzan como nuevos aprendices de brujo a desatar viejos demonios que nadie quería. Sin duda, una pésima idea.
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