Ya no sé en qué día vivo. Cautivo en esta torre y con los rigores del toque de queda, el tiempo pasa muy despacio. Para apurar mis desvelos me consuelo recitando el monólogo de Segismundo. Ay mísero de mí.
Publicidad
Al abrigo de un rebaño con ... síndrome de Estocolmo, Pedro Sánchez suele echar mano de su manual de resistencia y nos endilga cada semana una cháchara que suena fingida, llena de frases hechas, oratoria lastimera y estrategias improvisadas. Y cuando toca dar explicaciones y aclararnos el asunto en fase de preguntas, nos cuela cosas que no vienen a cuento, pone el contestador automático o hace mutis por el foro.
Asesorado por su espejito mágico y por su incompetente sanedrín de expertos, ahora nos esboza un trampantojo de desescalada y nueva normalidad. Así, como suena. Juro que estoy llegando a un punto en que a duras penas entiendo lo que dice. Deduzco que lo peor ha pasado y que tras esta prolongada reclusión se atisba la luz al final del túnel pero, a juzgar por la catástrofe económica que se avecina, puede que sean los faros de un tren que nos lleve por delante.
En uno de sus diálogos (Gorgias), Platón nos enfrenta al contraste entre el modo sofista y el socrático de entender la política, entre la mera retórica y la ética, entre la oratoria mendaz y la verdad. Atenas se asemeja a una asamblea de niños que tuviera que elegir entre el médico y el pastelero. ¿Imaginan el resultado? Pues así nos luce el pelo, que esto más que un sueño, parece una pesadilla.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.