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David Lynch. Reuters
Sueños, donuts, y una oreja cortada

Sueños, donuts, y una oreja cortada

«Lynch supo mezclar lo popular con la alta cultura, la luz con la oscuridad, el misterio con la comedia»

Sábado, 1 de febrero 2025, 09:06

Era un frío día de primavera. Acababa de ver 'Carretera perdida', la última chaladura de David Lynch, y salía de los cines Broadway. En la misma puerta me encontré con un amigo que me preguntó por la película. Le dije que no me había ... enterado de nada, pero que me había fascinado. Siempre había sido así con su cine y siguió siéndolo hasta el final. A Lynch no hay que entenderlo, porque casi es imposible. El cine de David Lynch hay que sentirlo. Él tenía el poder de hipnotizar a la gente y así es como veías sus películas: en una especie de trance muy parecido a la sensación de estar hipnotizado, de estar visitando otros mundos. De hecho, en más de una ocasión Lynch confesó que lo único que le importaba de sus películas era el ir a mundos cada vez más extraños. «Puedo imaginar al completo un mundo que no existe», declaró más de una vez.

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