Llevaba cuatro años sin sacar nuevo disco, pero la Mala Rodríguez no ha parado en todo este tiempo. Ha seguido con un sinfín de colaboraciones, ha recibido el Premio Nacional de Músicas Actuales, ha escrito un libro y ahora nos regala 'Un mundo raro', todo ... un catálogo de músicas urbanas, la historia de una crisis con final feliz, una mezcla impúdica y perversa de rap, amor e insurrección flordelisada con sus habituales rimas canallas de verbo afilado. Todo ello envuelto en una portada reveladora, con ella acariciando un fusil de asalto en la cama. Por el medio ha flirteado con Onlyfans y ha subastado una actuación exclusiva y privada para una sola persona cuyos beneficios serán destinados a una ONG. Leer sus insolentes y entretenidísimas memorias de elocuente título (Cómo ser Mala) es toda una experiencia. De hecho, la Mala, que es una auténtica provocadora, también es una máquina de regalar titulares. Que si C. Tangana es como un meme de gatitos, que si Marx era un hijo de puta, que si la Jurado y Lola Flores son el ADN de donde ella viene. Sabemos por su libro que tuvo tres hijos, que estuvo casada con un maltratador que no la dejaba ni salir a correr y que le imponía la ropa que debía llevar y que, por fin, se divorció, se liberó y renació. Ahora, como ella dice, los conciertos en bragas y sujetador como respuesta a tantos años de coerción. Empezó siendo la reina del hip hop, luchando como una leona en un mundo de hombres, y ha acabado tocando todos los palos de la música urbana, algo que algunos le han criticado con auténtica fiereza. La Mala, evidentemente, ha pasado de ellos: «me hago tirabuzones con las bombas que me tiran los mamelucos». Una constante en la Mala: hacer lo que le da la gana. Marcar el ritmo, marcar el minuto. Ser una mujer salvaje que sólo sabe golpear. Advertirnos de que no le saquemos el genio porque nos lo mata. Ser la cocinera de nuestros mejores platos. Tener el cañón guardado y las estrellas y la luna de su lado. Ser el mundo entero y aclararnos que ya está mayor para que nadie le meta freno. Elegir ser una superviviente y una guerrera con hambre. Jugar hasta encontrar la manera de llegar a la otra orilla donde nacimos estrellas. Afinar con los dientes la guitarra y detener todas las injusticias en el mundo de Alicia. Ha sido una pionera, un ejemplo y un modelo para la liberación y empoderamiento de las mujeres, siempre va rodeada por su manada de lobas y no para de pelear contra todo y contra todos como una 'fucking' boxeadora. Sabe, claro, que ella habría ardido en la hoguera hace años. Sus versos, elegantes como cocaína en el salón, y sus espinosas preguntas nos hacen reflexionar: ¿Puede ser un humano ilegal? ¿Por qué el hombre todavía no cotiza en bolsa? ¿Qué se vendió más barato el jaco o la manzana? ¿Por qué vamos en este carro sin frenos? ¿Por qué mi historia está en las páginas que faltan del Génesis? Y es que, tarde o temprano, la Mala muerde la manzana. De hecho, una mujer de su categoría no tira los dados si no va a jugar. Por eso siempre nos invita a la isla de los cuadrados mágicos, flores, vitaminas y mucho sexo mientras seguimos aquí en el camino de baldosas amarillas como vagabundos en medio de la orilla. Nos señala que el río de los muertos está lleno de pateras y que tantas tiritas no te quitan el dolor ni las ganas de gritar. Nos aconseja que saltemos al vacío como dos gotas de sudor y, si vamos a engañar, miremos con los ojos de engañar, y si vamos a matar miremos con los ojos de matar. Nos confiesa que si la vida no le hace reír le hace cosquillitas, que el tiempo es oro y rolex son amores, que a ella la parieron fuerte, la criaron fuerte, caminó fuerte, siempre habló fuerte. Confesiones y consejos, en fin (con su verborrea linda y canalla de amor para Lorca y todos los amantes de la belleza), de cómo ser mala y sobrevivir en un mundo raro. Porque la vida es una pelea de pollas, la vida es un patito feo, la vida es un kínder y son dos días.
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