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Viaje a las fuentes palentinas
Intruso en el norte ·
El Espiguete tenía nieve, pero la nieve que habría de tener por mayo, por mayo, cuando canta la calandria y etcéteraSecciones
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Intruso en el norte ·
El Espiguete tenía nieve, pero la nieve que habría de tener por mayo, por mayo, cuando canta la calandria y etcéteraLlovían lobos, llovían gavilanes, la piedra historiada ya no podía chupar más agua y la fachada románica que había en cada cruce tenía algo así como un moratón de tormenta. En el claustro de Silos nos llegaban las imágenes de Santa María la Real bajo ... las aguas, en un naufragio bíblico que desmontaba/confirmaba las teorías del cambio climático. Y aun así, seguimos para Cervera de Pisuerga por esa persistencia mía de la meteorología contra la lógica. Los topillos se agazapaban y el Qashqai subía a oscuras en una ruta apresurada e intensa por el Norte más Norte de Castilla.
El día del desbordamiento, el domingo, se abrieron los cielos en las fuentes de nuestra cuenca hidrográfica; había regatos donde antes había un camino. Gonzalo me dejó abajo de Piedraslenguas y el intruso subió hasta donde las nubes ya quedan bajas. El Pisuerga bajaba bravo y su rumor se oía, se metía en el alma, un rugido como de fiera histórica que bajaba a los llanos. La noche antes Félix, ganadero de Ventanilla, me avisaba de que las tormentas no tenían razón por este tiempo. En Cervera salió la Estrella de Belén, pero cuando las nubes bajaron de latitud, ya era demasiado tarde para frenar la gravedad y la hidrología. Tampoco me pude hacer un selfi con el oso fundador de Brañosera, cono quería Chapu Apaolaza, pero no estaba el horno para bollos 'preñaos'.
Fuimos a la Montaña Palentina para curar un desamor, un desgobierno, y con la cosa monzónica del clima se abrieron los cielos y Gonzalo voló su dron y yo volé con la bicicleta hasta la linde de Cantabria. Llevaba en el Mp3 villancicos, me dio el 'stendhalazo' en el mirador de Piedrasluengas donde Castilla ve los Picos de Europa y se baja a su puerto natural, previo paso por Potes. Ya no quedaba lotería y había una cena de empresa cachonda, de la que salimos a un chupito de orujo por ser simpáticos forasteros.
Hacia un sol inopinado de diciembre, y al intruso se le quemó la cara a la altura de Camasobres, donde uno –yo mismo– se quitó el forro polar y se sintió en paz con Dios unos dias antes de la Natividad. El Espiguete tenía nieve, pero la nieve que habría de tener por mayo, por mayo, cuando canta la calandria y etcétera.
De estos días azules tras la tromba nos acordaremos siempre. Después las mañanas han venido saliendo cálidas, según me van diciendo. Y el campo tenía algo de primavera por el cambio climático o por esas mismas circunstancias por las que somos niebla en la ciudad y sol duro en las cresterías.
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