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En medio de una crisis económica brutal, sin expectativas de salida y con un Gobierno de Rodríguez Zapatero totalmente desbordado, muchos españoles decidieron salir a la calle, incluso acampar en ella, pacíficamente. Querían mostrar su disconformidad e indignación con una situación a la que habían ... sido arrastrados. Se trataba de una crisis financiera global, pero en España era agravada por el 'estallido de una burbuja inmobiliaria', que se veía venir, pero ante la que no se tomaron medidas correctoras.
El 15-M de 2011, San Isidro sorprendió con un singular intento de acampada en la Puerta del Sol, que se consolidó al día siguiente. Se trataba de un Movimiento difuso sin líderes aparentes, aunque su origen apuntaba a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense. Se expresaba el rechazo hacia una clase política distante, sacudida por casos de corrupción, a la que calificaban como casta, y parecía tener un éxito no logrado por movimientos similares en otros países, como los 'Indignados' franceses. El Movimiento se produjo en varias capitales españolas, pero sin alcanzar ni la intensidad, ni la resonancia de Madrid; de modo que, en vista de la grave situación socioeconómica, se convirtió en cabecera de medios de comunicación internacionales, ante la expectativa de que se diera el salto cualitativo hacia un movimiento popular de ocupación de calles. Las principales cadenas mundiales de televisión 'tomaron' las azoteas de los edificios de la Puerta del Sol… Pero no hubo drama, simplemente España sorprendió al mundo con una singular explosión cívica.
Estuve en la Puerta del Sol los dos primeros fines de semana tras la 'acampada' y el ambiente fue el de una singular romería urbana: pacífico, solidario y popular… Desfilaban familias completas, abuelos, padres y nietos, de muy diversas procedencias sociales, incluso ideológicas, generaciones diversas pero, fundamentalmente, la Generación Y, anunciada como la mejor preparada y convertida en la mejor 'pre-parada'. Había cierta magia pero, en realidad, era como un exorcismo social de muchísima gente que lo estaba pasando muy mal y era confortada por la presencia de otros que compartían dificultades. Entre los improvisados puestos informativos, había representantes de la primavera árabe de Siria y Libia, ajenos a su terrible futuro. Pero las críticas eran a la clase política española y no se hablaba de autodeterminación de los pueblos de España, ni se cuestionaba la Constitución, ni defendían opciones políticas, simplemente exponían problemas reales de los ciudadanos. Citaré algunos mensajes:
«Políticos, los ciudadanos no somos mercancías, sin nosotros no sois nada». «Apagad los televisores, encended vuestra mente». «Somos gente seria, preparada, cualificada, honrada, pero sin futuro». «Me queda demasiado mes, para llegar a fin de sueldo». «Como no sabían que era imposible… ¡Lo hicieron!». «No somos antisistema, el sistema es antinosotros». «A bancos salváis, a pobres robáis». «No es que seamos much@s… Somos tod@s». «Estamos hartos, sin pan» «Parados, ¡Moveos!». «Ingeniero + Máster + Inglés = Paro». «La voz del pueblo, nunca será ilegal».
Este era el ambiente popular en la Puerta del Sol. En paralelo, en las redes sociales la plataforma Democracia Real, Ya aglutinaba un complejo con grupos muy diversos, que rechazaba la democracia representativa con el lema no les votes. Eran mundos paralelos y, tal vez, distintos en sus intereses, pero evitaron su confrontación para no fragmentar el movimiento y, transmitido su mensaje, coherentemente optaron por su disolución y rechazaron convertirse en partido político; se revivió fugazmente la vieja historia de los compañeros de viaje. Sin duda el 15-M cambió la política; surgieron nuevos partidos; las redes sociales mostraron su poder para agitar problemas, así como su poca capacidad para resolverlos; la acción política debe cuidar más la transparencia; el empoderamiento trascendió de la vieja participación ciudadana…
Pero el legado del 15-M era muy deseado por algún partido político, aunque hubieran sido rechazados y abucheados en su intento, caso de Cayo Lara con Izquierda Unida. Faltaba que alguien reclamara una herencia sin titular. Lo hizo un tertuliano político, Pablo Iglesias; tras una intensiva preparación mediática fundó Podemos y se adueñó del legado del 15- M. El resto es conocido. Curiosamente, la rechazada Izquierda Unida, años después se asoció con Unidas Podemos y forma parte del Gobierno: había una nueva casta y el viaje alcanzó su fin.
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