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O hay preguntas que las carga el diablo o las casualidades existen en la política, al contrario de lo que piensa este cronista. El pasado lunes, el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, participó en 'Encuentros en Castilla y León', organizado por ... El Norte de Castilla. La última pregunta del público, especialmente activo en esto de interpelar a la primera autoridad autonómica, le decía a Mañueco que si tan sobrado (sic) está el PP de recursos humanos como para desperdiciar la experiencia y el sentido de Estado de dos políticos de la talla de Juan Vicente Herrera y Mariano Rajoy. Mañueco aprovechó la respuesta para dar a entender que habla con su antecesor, la última vez la tarde anterior. Causalidad o no, o que quien formuló la pregunta tenía datos o intuía algo, lo cierto es que solo 48 horas después se anunció que Juan Vicente Herrera ha pedido el ingreso en el Consejo Consultivo de Castilla yLeón, algo a lo que por ley tiene derecho al haber ocupado la más alta responsabilidad institucional de la comunidad.
No ha pasado ni medio año desde que Herrera dejó la Presidencia de la Junta. Pero empezaba a no tener un pase el hecho de que quien concita en esta comunidad la mayor de las aceptaciones institucionales y personales, cuando no unanimidades, en torno a sus cualidades como líder y dirigente público, estuviese en los territorios reservados al ostracismo, lejos de aquellos en los que convergen el suficiente número de coincidencias en lo que a aprovechar la experiencia y la materia gris de los responsables públicos se refiere. Y eso que nunca llueve a gusto de todos y que es imposible que todo el mundo coincida en la misma percepción. Prueba de ello es que en algunos ámbitos, incluido el periodístico, no han faltado voces que, a las pocas horas de conocerse la decisión de Herrera de pedir su ingreso en el Consultivo, han tirado de los simplones y recurridos tópicos de que si este órgano de consulta autonómico es un cementerio de elefantes o de que si al expresidente se le ha cerrado la puerta del Consejo de Estado y, claro, tiene que ir al Consultivo.
Es innecesario expresar a esas voces tan mediocres el recordatorio de que para optar a determinados puestos del Consejo de Estado, como el de los consejeros electivos, es necesario que el Gobierno de la nación no esté en funciones. Con lo cual, si al presidente del Gobierno se le hubiera pasado por la cabeza que la experiencia institucional de un presidente de comunidad autónoma durante 18 años, como Juan Vicente Herrera, fuese aprovechada en el Consejo de Estado, no podría haber hecho nada estando en funciones. ¿La entrada de Herrera en el Consultivo cierra la puerta a que sea llamado a esa u otra alta responsabilidad de Estado? Pues pese a esos agoreros, que más parecen enterradores del cementerio de elefantes, nada más lejos de la realidad.
Varias personalidades (en Castilla yLeón, que conozca este cronista, al menos cuatro) han puesto sobre la mesa el nombre de Herrera como consejero electivo del Consejo de Estado, como lo son el expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el expresidente del Senado (y burgalés) Juan José Laborda o la exvicepresidenta del Gobierno (y vallisoletana) Soraya Sáenz de Santamaría. Y este asunto no debe andar muy lejos de las ideas que baraja el actual presidente en funciones del Gobierno, Pedro Sánchez, puesto que en su último encuentro institucional aseguran que el dirigente socialista le pidió a Herrera que antes de tomar una decisión sobre su futuro contactase con él. Y cuando dijo eso, ni Pedro Sánchez estaba en funciones ni pensaba estarlo a estas alturas del año.
Además, llega Herrera al Consultivo después de haber rechazado volver a la vida política activa como miembro de una candidatura. Pablo Casado lo ha intentado en los últimos meses, antes de la convocatoria de las generales del pasado 10-N, con varias propuestas. El presidente nacional del PP planteó a Herrera encabezar la lista al Congreso de los Diputados por Burgos, algo que inmediatamente este rechazó. Igual que descartó la propuesta posterior de encabezar la lista al Congreso por Valladolid y, más tarde, integrarse en alguno de los puestos de cabeza de la candidatura de Madrid. La burgalesa Sandra Moneo, incombustible y perpetua candidata popular, y el vallisoletano José Ángel Alonso, el dirigente de Casado y Teodoro García Egea en la provincia vallisoletana, aún están aplaudiendo y respirando aliviados porque Herrera decidiese dar un no a Casado. Pesó en Herrera, y mucho, el hecho de no interferir en el momento Mañueco que vive el PP de Castilla y León. De sobra conoce Herrera a toda esa fauna, incluidos los enterradores de cementerio de elefantes, que habría aprovechado su vuelta a una candidatura y a un cargo electo para tratar de desestabilizar el día a día del PP castellano y leonés en un momento en el que si algo necesita Mañueco es tranquilidad para meterle mano al proceso renovador del partido en las organizaciones provinciales.
No se entendía que la experiencia y el buen hacer de un dirigente como Herrera estuviesen en estado de letargo. Nunca es tarde, dice el refrán. Aunque por el personaje y la estación, es mejor aplicar aquellos de 'Del viejo, el consejo' y 'Del veterano, mejor otoño que verano'.
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