'Verde que te quiero verde'
Rincón por rincón ·
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Rincón por rincón ·
«Cuando hacemos 'click' a todos, en mayor o menor medida, nos gusta que la bombilla se encienda»La energía nuclear es verde. 'Verde que te quiero verde', como el eco de la rumba flamenca. 'Verde que te quiero verde' como los versos del 'Romance Sonámbulo' de Federico García Lorca.
Verde, en todo caso, aunque alejado de aquellas metáforas lorquianas que hablaban de ... la sangre, la muerte y el desamor.
No hay humo en la central nuclear y si vapor de agua que atraviesa sus torres de refrigeración. Y si lo hubiera tampoco sería verde, para darle más épica al momento actual.
Pero hoy no hay más que decir, la energía que sale de estos macrocomplejos es tan verde como la producida a base de pedaladas para generar electricidad desde la dinamo de la bicicleta, por poner un ejemplo.
Habrá quien esté en contra del criterio y de las propias centrales. Y quien se encuentra a favor de las mismas.
Tengo un compañero de profesión que lleva años reclamando más industria de este tipo, 'verde' quiero decir, porque él siempre ha mantenido que la nuclear es una energía convencional, necesaria, útil, no agresiva y perfectamente renovable.
Reconozco que, en un primer momento, su argumentación me resultó sorprendente y hasta difícil de compartir. Pero fue eso, en un primer momento. Luego, llegaron las dudas razonadas sobre la situación energética en general y, al final, me ha terminado convenciendo.
Partimos de una evidencia. Cuando hacemos 'click' a todos, en mayor o menor medida, nos gusta que la bombilla se encienda.
Siendo imposible negar la evidencia, y asumiendo que la energía es una cuestión vital, llega el momento de poner en la balanza el origen de la misma.
A un lado la energía nuclear, con un feo cartel, odiada desde Chernobyl y siempre bajo la lupa.
Al otro un 'mix' un tanto singular. Y eso se sabe mucho en León. La energía 'verde', la que algunos presumen es de verdad, resulta que no parece tan limpia como nos han vendido.
Tenemos los pantanos. Ya se sabe, ese invento del 'generalísimo' que ha servido para mejorar regadíos y, sí, para producir energía a costa de ahogar poblaciones, recuerdos y generaciones de gentes alegando el cacareado 'bien común'. Y no solo los pantanos, también los cauces y las minipresas que alteran el ecosistema con el único fin de que esta noche, en mi casa, la televisión sea visible.
Más allá del pantano tenemos esos 'bonitos' molinos de viento que hacen tan amenos los desplazamientos a Burgos, o Valladolid, por poner un ejemplo. Molinos que infartarían al mismísimo 'don Quijote' y que obligarían a Sancho a creer que la peor de las pesadillas se ha convertido en realidad.
Esos molinos con sus caminos por el medio del monte, con sus líneas de alta tensión tendidas a través del campo y con sus 'cosillas' en los procesos de construcción o reciclaje.
Y claro quedan las 'granjas' de parques solares. Singulares porque el nombre de 'granjas' no parece pegarles muy bien pero que precisan hectáreas y hectáreas para hacer realidad el 'sueño verde'.
Si se analiza con frialdad todas las fuentes de energía. Insisto, todas (y eso también incluye el gas) es evidente que la balanza se equilibra de una forma formidable.
Al menos en mi caso cambiaría una central de ese tipo por todos los pantanos, los molinos y las 'granjas' solares que hoy inundan la provincia de León (y el resto, por supuesto).
Al menos, esta intenta ser una serena reflexión mientras de fondo resuena aquella rumba...
«Verde que te quiero verde
Verde viento, verdes ramas
El barco sobre la mar
El caballo, la montaña, sí
Que yo a ti te camelo verde...»
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