![Del verbo joder](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202103/13/media/cortadas/GF0ZCXF1-kQeB-U130811775535QkB-1248x770@El%20Norte.jpg)
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En marzo la veleta ni dos horas se está quieta. En el tiempo meteorológico y en el vital. Los vientos cambian con facilidad pasmosa. Y el frío nos traspasa cuando creíamos haber alcanzado la orilla del calor. Nos cuesta alcanzar la luz de la primavera. ... Que íbamos a dejar de preocuparnos, el 8 de Marzo, por seguir alcanzando cotas de igualdad entre el género masculino y el femenino, definitivamente empeñados en el debate político de superar todo género, a gusto del consumidor, podía ser más o menos previsible. Que podríamos olvidar el contenido de aquel 11 de Marzo del terrorismo islámico, a favor de celebrar este 11M que cumple un año de la pandemia, de los cautiverios, las restricciones, las mascarillas, la debacle económica y la deshumanización del género humano, podía entrar en las previsiones meteorológicas. Incluso que en marzo, todavía sin día concreto de celebración, volviéramos a reactivar el sistema del despropósito separatista –«ho tornarem a fer»– en Cataluña, estaba dentro de lo posible… Pero, francamente, para esta última tormenta política, de norte a sur y de este a oeste de la geografía española, creo que no estábamos preparados.
«Como gobiernen PSOE y Podemos la comunidad, nos habéis jodido», le dijo el jueves Begoña Villacís, la vicealcaldesa de Madrid, al líder del Partido Popular, Pablo Casado. En Castilla y León, en Andalucía, en el propio ayuntamiento madrileño…, la marejada de la ruptura de Murcia ha obligado a dar muchas explicaciones para tratar de tranquilizar a la ciudadanía. Una ciudadanía con fatiga crónica, tras un año de pandemia, que lo último que quiere es ver cómo sus gobiernos, frágiles de toda fragilidad desde el momento de su constitución, se desintegran. Justo en el momento en el que intuía que podía superar el invierno.
Con unos capitanes así, en un marzo que todos esperábamos como si fuera mayo, todo se torna más difícil de lo que ya es de por sí. Con qué fe nos vamos a poner esas vacunas, cuando lleguen, que otros han rechazado ya a causa de sus efectos secundarios. Con qué esperanza vamos a pensar que va a ser justo y adecuado el reparto de los 7.000 millones de ayudas a esas empresas que han perdido, por pura incuria, una semana de vida, en la que se han cerrado miles y miles de negocios. Qué caridad nos queda todavía por repartir en esas colas del hambre que han multiplicado por diez las de la anterior crisis económica.
El español es el único idioma del mundo en el que una misma palabra, «joder», se utiliza para hablar de sexo (eso que antes llamábamos amor) y de daños infligidos al contrario. Pues esperábamos, ya que no las vacaciones de Semana Santa, por lo menos la primavera desde las ventanas de nuestras casas, lo cierto es que viene otra tormenta. Lo cierto es que quienes nos (des)gobiernan parecen empeñados en jodernos cada día un poco más. Llevan mucho tiempo haciéndolo. Sin ningún reparo lo vuelven a hacer en el momento menos oportuno. Y da la impresión de que no quieren parar hasta jodernos del todo. Marzo marcea, y nosotros, como el poema de Benedetti: «Resumiendo: estoy jodido y radiante, más lo primero que lo segundo. Y también viceversa». Qué tropa, que decía Romanones.
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