El que veraneaba en Olmedo
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LA ESPITA ·
Ciudadanos debería hablar con el exlíder de los liberaldemócratas británicos, Nick Clegg, para percatarse de qué le pasa al socio pequeño de un gobierno de coaliciónEstamos en vísperas de 2021, año que marcará el ecuador de la legislatura autonómica y en el que el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, que perdió las elecciones pero ganó el Gobierno regional, exhibirá que ha podido aprobar su primer Presupuesto prácticamente ... sin que la oposición le saque las vergüenzas. Eso sí, para vergüenza política cómo se ha escondido el secretario regional socialista, que no líder, Luis Tudanca, detrás de la procuradora Rosa Rubio para no defender él el rechazo a las cuentas de Mañueco. Claro que tenía que ser un papelón hacerlo después de haber firmado un pacto de reconstruccion para Castilla y León que ha dejado bien claro que lo que le hicieron PP y Ciudadanos con ese acuerdo fue engañarle como a un niño: ni han contado después con Tudanca para nada ni él ha conseguido una palabra amable de Mañueco o de Francisco Igea (vicepresidente, portavoz y consejero de todo lo de Ciudadanos en la Junta menos de Cultura, porque no llega) hacia la gestión ministerial de Salvador Illa o a la gubernamental de Pedro Sánchez.
El tripartito que encabeza Mañueco en la Junta de Castilla yLeón (tripartito porque lo sustentan el PP, Ciudadanos e Igea y lo poco que le queda a este de apoyo en el grupo parlamentario) le ha dado sus frutos al presidente salmantino: es el único receptor de los beneficios de la dura gestión de la pandemia. Y vaya por delante un vaticinio: si logra salir con soltura de la terrible crisis sanitaria y económica que causa la covid-19, habrá Mañueco para rato. Eso sí, debe estar atento a ese clan charro de colaboradores del que se ha rodeado en el Colegio de la Asunción, que lleva camino de reducirle la visión de comunidad que todo presidente de la Junta que se precie ha de tener para gobernar para las nueve provincias. Y de la misma manera que Mañueco ascendería a los cielos políticos si saliera airoso de la gestión política de la pandemia, Igea y Ciudadanos serían aplastados sin misericordia. Si algo está demostrando hasta el momento la coalición PP-Cs-Igea en la Junta de Castilla yLeón es que si el ser humano no aprende del pasado, menos aun los centristas (o supuestos centristas, porque a este cronista Igea siempre le ha parecido más de derechas que José María Aznar). ¡Pero si ya sucedió entre 1987 y 1991 en Castilla y León! La AP de Manuel Fraga y Aznar, y luego su transmutación en PP, se merendó de dos bocados al Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez que por estas tierras dirigían los abulenses Carlos Sánchez Reyes (que luego se pasó a Podemos, vivir para ver) y Daniel de Fernando, que fue de los que apagaron la luz al clausurar las sedes del CDS.
Va camino de repetirse la historia, a tenor de las encuestas de después del verano, con una sintomatología que se resume en, primero, desgaste galopante de Ciudadanos, aumentado por la división interna en Castilla y León, con un Igea con ramalazos cada mes más napoleónicos y entregado a buscar titulares en los medios nacionales cada jueves. Y segundo, un Mañueco que se aprovecha para sí y para el PP del doble desgaste ciudadanero, el autóctono, el que se causan aquí con sus fobias internas entre los igeistas (pocos y en la Junta) y los no igeistas, que todavía no saben quién los lidera (la coordinadora regional Gemma Villarroel todavía está inédita y eso que han pasado casi cien días desde su designación a dedo por Inés Arrimadas); y el desgaste exógeno, el que provoca la errática política de bandazos de esta en el ámbito nacional y que tendrá su traducción en una caída que las encuestas prevén aguda en Cataluña.
Ya que Ciudadanos en Castilla y León no quiere aprender del CDS, puede acudir a una personalidad internacional, Nick Clegg, viceprimer ministro del Reino Unido de 2010 a 2015, que veraneaba en Olmedo (Valladolid) cuando estaba de número dos del inquilino del 10 de Downing Street, el conservador David Cameron. Clegg, actual vicepresidente de Facebook y olmedano consorte por su matrimonio con Mirian González, les podría explicar a los ígeistas' por qué en un gobierno de coalición si las cosas van bien, el pez grande (es decir, el PP en la Junta de Castilla y León) siempre se come al pequeño de manera inmisericorde en las siguientes elecciones y qué deberían hacer (que él no ejecutó en Reino Unido) para no verse abocados a la insignificancia. Ese 'si las cosas van bien' es premisa básica: si val mal, los dos socios de gobierno suelen ser expulsados a la oposición por los votantes.
De momento, no pinta mal para Mañueco: para no desgastarse él con la gestión de la covid-19 ya tiene a Igea y a la consejera de Sanidad, Verónica Casado. Y para no desgastarle ya tiene al socialista Tudanca.
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