![Venecia y Andrea Palladio](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201910/22/media/cortadas/tribuna-kBlC-U90468958287RZE-624x385@El%20Norte.jpg)
Venecia y Andrea Palladio
Tribuna ·
El Palazzo Iseppo, la pinacoteca, la catedral, la Loggia Valma Foscari en Vincenza... constituyen parte del legado que Andrea Palladio dio a la humanidadSecciones
Servicios
Destacamos
Tribuna ·
El Palazzo Iseppo, la pinacoteca, la catedral, la Loggia Valma Foscari en Vincenza... constituyen parte del legado que Andrea Palladio dio a la humanidadEl otoño invita a la melancolía, a la nostalgia, a volver al pasado y al recuerdo, tal vez por ello pensamos en Venecia, que si bien es bella siempre, lo es particularmente en esta época del año. La historia de Venecia se funde en ... el tiempo; a finales del siglo VI las islas de la laguna sirvieron de refugio a gentes de las regiones vecinas que huían de los invasores, godos, hunos y normandos. Estos emigrantes formaban doce poblados independientes y confederados que elegían para su gobierno a un jefe común o dogo, mientras aceptaban la soberanía de Bizancio.
La ciudad fue un centro importante de creación literaria; como fondo, su esencia y su luz, que hacen de ella la encarnación de la belleza. En los siglos XV y XVI alcanzó su máximo esplendor con las obras de Giorgione, Giovanni Belli y Tiziano. Más tarde, Tintoretto, Veronese, Canaletto y Guardi hicieron que la Escuela Veneciana de pintura fuese conocida en todo Europa. Escritores, pintores y músicos se han referido a la atmósfera mágica de Venecia, cuyo encanto tiene su origen en oriente. Pasear por calles y puentes entre vetustos edificios nos proporciona una felicidad que calma nuestro espíritu. Arte, agua y cielo son los tres componentes de la ciudad: luz densa espacio, matices. Kafka nos dice cómo debemos contemplar las ciudades, como un texto literario, como un 'flâneur' de oficio, como un héroe del paisaje humano.
En época medieval, durante la etapa de gobierno del gran dogo, Sebastiano Ziani, 1178, Venecia alcanzó su particular fisonomía; nació el Consejo Mayor y se reorganizaron los gremios artísticos, se construyó el Puente de Rialto y se erigió el Campanario de San Marco, momento del matrimonio místico entre Venecia y el Mar Adriárico. A partir del siglo XI aparece el centro de Venecia como núcleo de intensa actividad comercial. Alrededor surgió un núcleo importante de viviendas y comercios, mientras las callejuelas y canales se extenderían cada vez más. En el siglo XV la élite de la sociedad veneciana se establece en la isla de Murano, al igual que humanistas, literatos, mercaderes, magistrados y nobles de la República Serenísima.
Canaletto, Tiziano y Guardi cultivan el mito de la Antigua Roma, haciendo de Venecia la heredera universal de la misma, compaginando este paisaje único con el espíritu del agua. El resultado fue una arquitectura abierta, soportales y logias, patios que se intercomunicaban a través de ventanas y espacios abiertos, conjunción perfecta que originó el gótico florido, muy afín al espíritu véneto; sin abandonar el espacio de Bizancio se abrió cada vez más al mundo occidental. Tras la caída de Roma, en 1527, y de Florencia, en 1530, Venecia fue el único Estado italiano que conservó su antigua libertad.
Venecia, la ciudad de Gabriele D'Annunzio, de Thomas Mann, de Stendhal, de Guido Piovene, Fóscolo, Goethe, Madame Staël o Luchino Visconti, nos ofrece viejos cafés como el Quadri o el Florian, enemistados entre sí porque en el primero se reunían los partidarios de Austria, y en el segundo, los italianos.
Venecia posee un numeroso patrimonio artístico, templos de belleza y de amor por la vida, son las denominadas Villas de Palladio, un conjunto de unos cuatro mil palacios de los que se ocupa la Asociación de las Villas Vénetas, cuyo presidente es Alberto Passi. La increíble suntuosidad de las Villas testimonia la extraordinaria grandeza y diversidad de la cultura veneciana, que vivió su período de máximo esplendor en el Renacimiento. Los habitantes del interior de la región aunaron sus fuerzas para hacer de ella, originalmente inhóspita, un lugar fértil y habitable con la intención de integrar este conjunto arquitectónico y sus pintorescos jardines en un entorno armónico.
La nobleza veneciana del Renacimiento trasladó su natural atracción por el comercio marítimo a la explotación de las fincas agrícolas de las tierras del interior. Esta iniciativa marca la diferencia entre las villas de Roma o Florencia y la República Serenísima. Andrea Palladio, el artífice de la mayoría de ellas, consiguió una arquitectura en armonía con el paisaje y la luz, sin olvidar que ya Petrarca y los humanistas suscitaban un renovado amor a los jardines e invitaban a gozar de las delicias de la naturaleza en las suaves colinas del Véneto. Petrarca idealiza la naturaleza, la paz del campo, canta la tranquilidad que produce su contemplación y la íntima satisfacción que el hombre culto experimenta. La arquitectura de Andrea Palladio iluminó todo el siglo XVI, su influencia fue tal que su estilo fue imitado en los siglos posteriores, tanto fuera como dentro de las fronteras del Véneto. El propio Palladio escribió: «Venecia es la única que ha permanecido como ejemplo de la grandeza y magnificencia de los romanos». Navegando el Canal del Brenta y a lo largo de la ciudad de Vincenza, encontramos los más auténticos testimonios de este arte único, favorecido por una clase culta y adinerada a la que le bastaba tener una viña o un terreno en el campo, un rosal o una fuente que pudieran producir bienestar en los meses de verano.
Las pinturas interiores no corresponden a la época de Andrea Palladio, sino que fueron posteriores.
Obras cuajadas de solemnidad, geométricamente casi perfectas, evocando la espiritualidad y la calma de un templo. Giulio Carlo Argan, eminente profesor de Arte y en su día alcalde de la ciudad de Roma, estudioso de esta arquitectura, supo transmitirnos a sus entonces alumnos su amor a las villas y el deseo de recordarlas navegando por el Brenta. En la memoria y en la galería del recuerdo permanece este patrimonio único, cultural y paisajístico como símbolo de poder y de una determinada cultura; al enamorarnos de él nos detenemos para dejar que nos hable. Una eternidad de luz y color, conscientes de que todo paisaje nos invita a viajar sintiendo el otoño o la primavera.
En 1972 la Convención General de la Unesco, decretó la protección de este bien patrimonial. Entre las villas más notables, el Palazzo Iseppo, la pinacoteca, la catedral, la Loggia Valma Foscari en Vincenza, que constituyen parte del legado de Andrea Palla dio a la humanidad.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.