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Tocaba estirar la alfombra roja en Los Ángeles, curiosamente, una ciudad con menos glamour que los baños de esta cantina. Normalmente, los premios que entrega la Academia norteamericana me generan bastante indiferencia más allá de conocer el título de la mejor película y los nombres ... de los que se llevan las estatuillas más importantes de la noche. Por otra parte, -y esto ya es algo que bien podría no tenerse en consideración- nunca me he creído la faceta reivindicativa de los premiados porque me da la sensación de que están interpretando y todo lo que tiene que ver con lo que sucede antes de entrar en el ruinoso teatro Kodak me sobra. Soy castellano, qué le vamos a hacer.
Dicho lo cual, cuando el lunes me interesé por conocer los ganadores tengo que reconocer que me llevé muchas más alegrías que decepciones. En primer lugar porque la cinta triunfadora de la noche no es norteamericana y esto ya es un hito en sí mismo que hará que la 92ª gala de entrega de los Oscar sea recordada para siempre. Vaya por delante que yo, al igual que es posible que le pase a usted, no he visto 'Parásitos' ni conocía a Bong Joon-ho. No se preocupe, es lo lógico, porque en España la película ganadora se estrenó en muy pocas salas y antes de hacer historia apenas sobrevivía en algún cine de nuestro país. Este fin de semana, lógicamente, la cosa cambiará. He leído que se trata de un drama de suspense con toques de humor negro. Pinta bien, pero lo que de verdad me empuja a verla es el hecho de haberse impuesto a otras de la talla de 'El Joker', 'Érase una vez en Hollywood', '1917', y 'El irlandés', películas que bien podrían haberse impuesto a la surcoreana y nadie habría levantado una ceja. Me encanta que haya ganado una cinta no rodada en inglés, porque creo que solo abriéndose al exterior conseguirán que la Meca del cine pueda seguir considerándose como tal. Pero mola más aún que también haya sido reconocida con el Oscar al mejor guión original porque, en términos creativos, el estancamiento era mas que preocupante, resucitando sagas ya muertas, exprimiendo la marca Marvel hasta la cáscara, rodando remakes sin alma, tirando de guiones ya vistos una y mil veces, repitiendo la fórmula con tal de seguir alimentando a la bestia. Ojalá esto motive a que las grandes productoras se replanteen toda la maquinaria sin pensar exclusivamente en la recaudación aunque particularmente no soy demasiado optimista al respecto.
En otro orden de cosas, me encantó que Brad Pitt consiguiera al fin su primera estatuilla y que Joaquin Phoenix viera premiada su soberbia interpretación del Joker a pesar de ser a costa de nuestro Antonio Banderas. Me gustó menos que nuestro cine se fuera de Los Ángeles con las manos vacías, pero, siendo honesto, me hubiera extrañado que 'Dolor y gloria' saliera premiada en esta edición. No me gustó la última de Almodóvar más allá de reconocer la impronta de nuestro director más internacional. Aunque, bien pensado, quizá fuera eso precisamente lo que hiciera que me costara digerirla. Que 'Toy story 4' se impusiera a 'Klaus' entraba dentro de lo posible a pesar de partir como una de las favoritas en la categoría de mejor película de animación. Otra vez será. Pero, sin duda, lo que más me sorprendió es que 'El irlandés' no fuera reconocida en ninguna de las diez categorías en las que estaba nominada y me atrevo a pensar que le perjudicó ir de la mano de Netflix, la gran derrotada de la noche.
Pero de eso va la cosa: de vencedores y vencidos.
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