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España es un país con buenas relaciones internacionales. Hace mucho que han quedado atrás los pasaportes que excluían visitar decenas de países por motivos políticos. Es miembro de todas las organizaciones mundiales y regionales y no hay ningún país entre los 94 que integran ... Naciones Unidas con el que no exista reconocimiento diplomático. Entre todos hay, eso sí, dos vecinos del Sur con los cuales las relaciones son buenas y complicadas al tiempo. Marruecos y Argelia están enfrentados entre sí, hace muchos años que tienen sus fronteras cerradas, lo cual afecta a la amistad simultánea con España.
Son dos países con sistemas políticos deficientemente democráticos, con una tradición histórica susceptible y trato versátil incluso con el amigo. En las últimas semanas la política exterior española ha tenido roces con ambos, porque ambos han adoptado, como si se hubiesen puesto de acuerdo, decisiones, o cuando menos amenazas, de extender sus aguas territoriales a costa de las de Canarias y Baleares. Cuasi una agresión que España que no puede dejar pasar por alto.
El endeble e impopular nuevo Gobierno argelino canceló la semana pasada de forma abrupta y sin guardar las formas una visita de la ministra española de Exteriores y Marruecos también ha hecho gestos hostiles. En el centro común del conflicto con los dos está el Sáhara, al que Marruecos continúa sin querer buscarle una solución y Argelia defiende como país independiente. España, que aún tiene responsabilidades en torno al estatuto de la antigua colonia, pretende mantener un difícil equilibrio que se altera con cada cambio de Gobierno o cada percance que se suscite, como el último protagonizado por unos diputados catalanes que pretendían visitar El Aiun y les fue prohibido descender del avión.
Con Marruecos, demás, sigue latente la reivindicación de Ceuta y Melilla y los incidentes que se generan en lasfrontera. Paralelamente, los intereses recíprocos son importantes y una buena relación de España con ambos, una relación sin sobresaltos inhibidores, sería sin duda más beneficiosa para todos. Tanto Marruecos como Argelia son, y podrán ser mucho más, objetivos para las inversiones empresariales españolas.
Las diferencias culturales que existen no tienen por qué ser un motivo para el distanciamiento de las partes. En cambio, sí recomiendan ser cuidadosos con las formas. España necesita el gas argelino, de la pesca marroquí y la colaboración frente a las migraciones sin control, y tanto argelinos como marroquíes pueden beneficiarse del puente español con la UE y de la cooperación que puede aportarles nuestro desarrollo.
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