Secciones
Servicios
Destacamos
Pues no, el carbón no era tan malo, ni tan sucio, ni siquiera era tan insoportable como muchos decían. El carbón, claro, solo es un mineral. Y no, por mucho que se diga, el carbón no mata.
El carbón es una víctima, otra más, de ... un sistema empresarial que se guía por un único objetivo: el rédito económico y el beneficio absoluto sobre cualquier otra cosa.
Es además el principal damnificado de un sistema que nunca veló por el mineral ni por su importancia en el sistema económico y en el sistema económico.
Al carbón le mataron un cúmulo de intereses desmedidos entre los que jamás estuvo presente el de los trabajadores que dependían tanto de su extracción como de su posterior proceso industrial.
Ahora que la electricidad en el mercado mayorista ha superado el precio de los 300 euros el megawatio / hora resulta que el sector se ha acordado del carbón, de sus beneficios, de su enorme capacidad energética y de su equilibrado rendimiento entre el coste de producción y el precio de venta.
Y así, en medio de este disparate, Endesa ha adquirido de nuevo carbón para poder utilizarlo en la central térmica que la compañía tiene en la localidad de As Pontes de García Rodríguez. El objetivo, hacer frente a posibles necesidades energéticas invernales atendiendo a que éstas serán imposibles de asumir con los actuales precios del gas y las denominadas energías verdes.
Endesa, que mantiene un stock de 50.000 toneladas de mineral, comprará otras tantas para poder activar la térmica durante los próximos diez meses. Y sí, quemará carbón. Claro que la eléctrica ya no podrá adquirir mineral nacional y lo importará a través de barcos mercantes que lo harán llegar de América del Sur o Asia. Mientras, los mineros de León, mientras, seguirán malviviendo de los ERTE o de las ayudas públicas.
La historia del carbón es la historia del despropósito, de la ineficacia política y de la loca ambición empresarial. La 'transición justa', dos vocablos que llenaron los discursos de aquellos que no sabían de lo que estaban hablando, tuvo un doble resultado final: nunca fue una transición y jamás fue justa.
Las eléctricas no quisieron, jamás, reacondicionar sus térmicas para que dejaran de ser contaminantes. Entonces, claro está, no interesaba. Y todo mientras en León se dinamitaban las factorías y en Alemania se levantaban modernas instalaciones que, sin ser contaminantes, quemaban carbón.
La transición del carbón se llevó por delante el sector y nadie pensó en sus trabajadores, ni en los modelos alternativos y desde luego ni una sola mente pensante del entorno político tuvo a bien considerar la necesidad de crear algo tan 'disparatado' como una reserva estratégica de mineral.
No hubo justicia en esa transición como tampoco la hubo con aquellos empresarios que concibieron el sector minero como una fuente personal de riqueza en la que todo valía, incluso dilapidar los fondos mineros con la complicidad de las administraciones públicas.
'Da gusto', entre comillas, ver comarcas enteras arruinadas mientras el nombre de Victorino Alonso, el magnate del carbón, aparece reluciente en los 'papeles de Pandora'. Hasta allí se fue el dinero de las explotaciones mineras y, posiblemente, algún que otro euro destinado a los mal llamados procesos de reindustrialización.
Queda el carbón, silencioso, escondido bajo tierra, condenado por aquellos que nunca tuvieron el más mínimo interés en conocer el sector y valorar con eficiencia su futuro.
Y mientras, la luz tiene un precio superior al de otro mineral, el oro. Paradojas de la vida... Y de la política energética, claro.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.