La polémica desatada por la vacunación en Abu Dabi de las infantas Elena y Cristina es absurda y malintencionada.Es una demostración de ignorancia, por un lado, porque en Emiratos Árabes Unidos se han vacunado ya más de seis millones de personas de todo tipo ... y condición. Teniendo en cuenta que la población emiratí es de 1,2 millones tenemos una realidad tozuda y reveladora de la habitual intoxicación que suponen las acusaciones vertidas contra la Corona por los privilegios que supuestamente han disfrutado las infantas. En Emiratos la vacuna está al alcance de todos, no solo de los que algunos iletrados consideran como jeques potentados del petróleo.

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Los equipos de vacunación van por los edificios de las ciudades, por ejemplo, de Abu Dabi, y vacunan a todos los que están, sean ricos, pobres, emiratíes, filipinos, pakistaníes, europeos, americanos. No tiene nada de excepcional y lascivo privilegio que durante una visita a su padre se les ofreciera la vacunación y ellas aceptaran como lo han hecho en ese país del Golfo más de seis millones de personas. Un país que se cuenta en la vanguardia en el proceso de vacunación, que investiga para conseguir su propia vacuna y que durante este año de pandemia ha repartido más de 2.000 toneladas de ayuda sanitaria para luchar contra la covid a más de 121 países de todo el mundo, lo que ha permitido que más de 1,6 millones de médicos y sanitarios de esos países hayan podido realizar su trabajo de atención a los miles de contagiados.

Y entre los países que han recibido la visita del avión de Emirates o Etihad con la ayuda se encuentra Irán, cuyo régimen está enfrentado con los gobernantes de Emiratos que tratan de evitar la extensión iraní por todo Oriente Medio con apoyo militar y financiero a grupos radicales como los hutíes en Yemen, Hezbolá en Líbano, Hamas en Gaza y sus propias milicias que actúan en Siria, Irak o Libia. Ese régimen que se gana adeptos y correligionarios con programas de televisión, entre otras cosas.

Podemos convenir que la discreción de las infantas sobre su vacunación hubiera sido muy aconsejable para evitar que su decisión totalmente lógica e inocente pudiera ser utilizada no contra su padre que ya sufre su salida de España, sino contra la institución, contra la Corona como jefatura del Estado de una monarquía parlamentaria plenamente comprometida con el Estado de derecho y la Constitución y su actual rey, Felipe VI que mantiene un comportamiento ejemplar en favor de las libertades y de la democracia. El problema real es el paro y que España y Europa no tengan las vacunas que necesitan.

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