En estos tiempos donde hablar de integración parece cada vez más importante, puede ser buen momento para pensar en lo que hemos conseguido juntos y no en lo que nos separa. Y cuando hablamos de Europa, está claro que hemos conseguido mucho, aunque a veces ... no nos hayamos dado cuenta. Un ejemplo, la famosa Unión Bancaria, una ilusión que empezó a caminar en 2012, que todavía está pendiente de culminar, pero que sin duda ha servido para que tengamos mucha más confianza en nuestro sector bancario.
¿En qué consiste realmente la Unión Bancaria? Este sistema de supervisión y resolución bancaria se fundamenta en tres pilares bien diferenciados. El primero de ellos es la creación de un Mecanismo Único de Supervisión, o lo que es lo mismo, la designación del BCE como supervisor bancario de las entidades de crédito más significativas (que cubren un 82% del total de los activos bancarios de la zona euro); el segundo pilar es la creación de un Mecanismo Único de Resolución, que establece cómo se han de resolver situaciones de insolvencia bancaria, de forma que el coste para los contribuyentes sea mínimo o cero. Por último, la tercera base consiste en el establecimiento de un Fondo de Garantía de Depósitos paneuropeo, que haga que nuestros ahorros estén mucho más seguros. Es en este último punto donde apenas ha habido avances, más allá de la armonización entre todos los países a una cobertura de 100.000 euros por titular y por cuenta.
Muchos españoles pensarán que estos avances no son relevantes, pero realmente sí que lo son. Gracias a los requisitos exigidos por el BCE como supervisor único, la banca europea, y por supuesto la española, es mucho más solvente y el riesgo de que se repita lo sucedido hace 10 años es claramente mucho más bajo. Es más, la banca española ha realizado un esfuerzo de saneamiento tan grande, que hoy hemos pasado de 45 entidades a apenas una docena, en un proceso que ha sido largo y doloroso, pero que ha permitido generar entidades mucho más eficientes y más competitivas.
Además, gracias al segundo pilar de la Unión Bancaria, las entidades han construido una hucha que permitirá, en caso de ser necesario, rescatar a los bancos con problemas. No hay que olvidar que la crisis financiera implicó un elevado coste para los contribuyentes. El motivo, la creencia de que los bancos sistémicos (como era Lehman Brothers) no podían quebrar generó una situación conocida como de riesgo moral ('moral hazard'), por la cual estas entidades se beneficiaban de un menor coste de financiación por la garantía pública implícita, y podían, a su vez, asumir más riesgos. Lo ocurrido hace 10 años ha llevado a que se replanteen las posibles soluciones a la hora de hacer frente a una crisis bancaria. De esta forma, en vez de usar para el rescate de la entidad fondos públicos ('bail-out') se ha pasado a un rescate interno, por parte de los propios accionistas y acreedores ('bail-in') que tendrán que responder en primer lugar (según el orden de prelación correspondiente) ante situaciones de crisis, y así solo se usará el dinero de los contribuyentes en caso extremo. La regulación europea impide además que se comercialice a los clientes particulares determinado tipo de activos de deuda complejos (como deuda preferente, subordinada o bonos convertibles contingentes, los conocidos como 'CoCos'), con un riesgo mayor. Esto reduce el riesgo de que se produzcan episodios de pérdida de patrimonio semejantes a los vividos durante la crisis financiera.
Por último, no debemos olvidar el último pilar de la Unión Bancaria: la creación de un Fondo de Garantía de Depósitos paneuropeo. El proyecto implicaría proteger los depósitos de hasta 100.000 euros en cualquier banco de la zona euro a través de un fondo financiado por la banca y respaldado por sus Gobiernos y no por cada uno de los países, como ocurre actualmente. Sin embargo, hasta ahora no se ha conseguido el acuerdo por las reticencias de algunos países, como Alemania, que teme terminar pagando la factura de la mala gestión de otros países.
No obstante, según las estimaciones de la Comisión Europea, un Fondo común financiado con tan solo el 0,8% de los depósitos cubiertos actualmente en la Unión Europea (casi 40.000 millones de euros según el BCE), sería suficiente como para cubrir una demanda de efectivo incluso superior a la existente durante la crisis de hace 10 años. El coste por país sería, aproximadamente, de unos 12.500 millones de euros para los bancos alemanes, los que más aportarían, mientras que los bancos españoles tendrían que aportar, según los cálculos realizados por la Comisión Europea hace un año, unos 7.900 millones de euros.
Un Fondo de Garantía de Depósitos paneuropeo serviría además para que sea más fácil el acceso a ofertas de productos bancarios de entidades diferentes a las del propio país, sin tener que desplazarse hasta el mismo.
En resumen, muchas veces nos cuestionamos si, también en lo que se refiere al sector financiero, la Unión Europea ha valido la pena, y si miramos lo que han supuesto los avances en la Unión Bancaria para nosotros como clientes bancarios, la respuesta es que, sin ninguna duda, sí ha valido la pena.
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