Hay sensaciones que persisten a pesar del paso de los años. Siempre que llega el mes de junio, que el calor aprieta y que el verano se apresura, recupero los sentimientos contrapuestos que me invadían ante el hecho de jugarte el esfuerzo de varios años ... en tres días. Así era la antigua Selectividad y así es la actual EBAU. Es un trámite, pero pasarlo no está exento de tensión y de angustia. Es la misma que se respira a las puertas de los aularios y de algún instituto que se ha tenido que sumar a la temida prueba académica por imposición de la crisis sanitaria.
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No hay que restar méritos a superar la prueba, más del 90% lo consigue de forma exitosa, pero hacerlo bajo estrictas medidas sanitarias añade un plus de incomodidad que ya se vivió el pasado año y que hoy se repite. Por eso creo que hay que recocérselo a esta generación. Cuando las pulsaciones se disparan al enfrentarse a un folio en blanco, la mascarilla frena el deseo de renovar el aire en plenitud. Ya lo experimentaron en 2020 los estudiantes de Bachillerato, los primeros en pisar un aula tras el duro confinamiento. Calma. Serenidad. El primer día ya está superado. Solo faltan dos.
La pasaréis y habréis cumplido. Encima recordaréis que fuisteis alumnos aspirantes a universitarios en plena pandemia. Sois únicos, no como la EBAU.
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