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Hace 20 años, Reed Hastings, un cliente insatisfecho con Blockbuster, fundó Netflix, como un negocio basado en enviar los discos DVD a clientes a través del servicio postal y a bajo coste. Le ofreció trabajar de forma conjunta al CEO de la mayor cadena de ... viodeclubs del mundo, pero no le tomaron en serio. Conocemos bien el resto de la historia: Netflix destrozó el modelo tradicional con la incorporación del catálogo en línea por una suscripción mensual que permitía verlo todo y Blockbuster desapareció. La innovación disruptiva clásica dice que un innovador más barato, pero de menor calidad, puede superar eventualmente al líder de un sector y afectar a su rentabilidad inmediata. El verdadero problema surge cuando ese nuevo operador no solo es más económico, sino que además mejora la calidad del producto o el servicio al cliente.
Sin embargo, en todo este afán por lo tecnológico, lo rápido y lo fácil siempre quedan huecos para un público fiel que mantiene costumbres, valora los recuerdos y se aferra a la nostalgia. Personas/clientes dispuestas a pagar incluso un poco más por razones variadas que forman parte de un mismo contexto, como la atención directa y personal, las sensaciones que aporta el producto físico o, simplemente, la libertad que implica ir contracorriente. Por eso, en un momento en el que los CD pierden terreno, resurge con fuerza el vinilo y hasta se venden más tocadiscos.
Por eso seguirán existiendo los periódicos, revistas y libros en papel. Por eso 'Cuéntame cómo pasó' mantiene audiencias masivas después de veinte temporadas en antena. Y, por eso mismo, resisten los últimos videoclubs, como el histórico Anaya97 en Salamanca, recién traspasado a una joven pareja apasionada por el séptimo arte, que ha hecho cuentas y, al parecer, les salen en positivo. Más que emprendedores podría decirse que son héroes.
Aprovechar los recuerdos de los consumidores es una de las formas más efectivas de conectarse a nivel emocional. Lo viejo es nuevo otra vez y la nostalgia representa una tendencia permanente y en auge. La felicidad del recuerdo y el dolor de saber que esos días son inalcanzables se entremezclan para proteger negocios que hemos dado por muertos demasiadas veces. Es cierto que, en este caso, no se cumplirá aquello de que «los últimos serán los primeros», pero no deberíamos obviar el poder de nuestra infinita capacidad de nostalgia.
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