El último muerto
La canaleja ·
«No se confíen con el bicho, que los estertores de todas la guerras convierten la suerte de sobrevivir en el sarcasmo cruel de morir en el último minuto»Secciones
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«No se confíen con el bicho, que los estertores de todas la guerras convierten la suerte de sobrevivir en el sarcasmo cruel de morir en el último minuto»Siempre me he preguntado quién es el último en morir en una guerra. Qué infortunio persigue a quien le alcanza el último disparo, ese soldado que dentro de la mala suerte de verse abocado a participar en un conflicto bélico ha tenido la buena fortuna ... de sobrevivir días, meses y años hasta que en el epílogo encuentra la muerte.
El estadounidense Henry Gunther, muerto a las 10.59 del día 11 del mes 11 de 1918, un minuto antes de la firma del armisticio de la Primera Guerra Mundial, fue esa última víctima oficial. Quiso recuperar su honor y se lanzó a recuperar una posición. A las 10.58 se registró el fallecimiento de George Lawrence Price, la última baja canadiense y el francés Augustin Trébuchon, a las 10.50. El inglés Edwin Ellison fue noventa minutos antes, aunque la ironía de su fatal destino es que sobrevivió cuatro años a las batallas más importantes del conflicto. En esas 11 horas que transcurrieron del día 11 del mes 11, momento tan redondo que con frivolidad pactaron políticos y generales de ambos bandos, los muertos fueron unos 10.000.
En la segunda gran guerra hubo dos días de margen para sumar horrores, porque los alemanes se rindieron de forma incondicional en el oeste el 7 de mayo de 1945 y como no estaban los rusos en la firma estos exigieron que dos días más tarde se firmara de nuevo. 48 horas suficientes para engordar la terrible lista de bajas.
En la guerra que nos ha tocado vivir, la del virus, he pensado en aquellos que fallecieron poco antes de recibir la vacuna, cuando la pandemia estaba en retirada, entre ellos mi querido tío Manolo, un trueno como el Don Guido de Machado. Por eso, no se confíen con el bicho, que los estertores de todas la guerras convierten la suerte de sobrevivir en el sarcasmo cruel de morir en el último minuto.
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