Turismo electoral

Y estos no se apartaron ni un ápice del manual. Ocurrió en La Granja, lugar de reyes en el Real Sitio de San Ildefonso, y que tal vez tenía servicios bastantes años antes que el barrio madrileño del que venían los entrañables turistas. Como les decía, entraron a un restaurante, un clásico llamado Dólar y que por cosas de la vida ha cerrado hace unos meses, y les recibió Javi, con casi tantos trienios como el local. Se sentaron y segundos después se levantaron para explicar que buscaban un establecimiento «como con más mugre». Javi, con la ágil sorna que le acompaña, entendió lo que esperaban encontrar y les mandó a otro acorde con la palabra que habían utilizado.

Es evidente que querían decir rústico, que es lo que desea el urbanita, por cambiar de ambiente y por justificar su indumentaria entre campera y de Coronel Tapioca. Además, es lo que algunos creen que solo tenemos, como les ha pasado estos días a quienes han venido a hacer turismo electoral en esta campaña que, por Dios, ya ha terminado. Fotos con vacas, ovejas y todo bicho viviente o promesas de dinero para el campo, que aquí todo es mugre o rústico o como narices lo digan estos aldeanos.

Pues ha llegado el momento de votar y deberíamos hacerlo rústicamente en urnas con mugre, que hay que quedar bien con los de la capital, por si vuelven.