Dos o tres semanas en casa, si eso

En los Estados Unidos hasta los muertos votan, y en el recuento de las papeletas está el anhelo de quienes cayeron en la pandemia –y en la campaña–, el deseo retardado en el tiempo de la ciudadanía que votó por correo a los septuagenarios Trump o Biden: la savia nueva de América, ya se sabe.

El coronavirus ya tiene tamaño natural, y nos viene en formato extra en la segunda ola porque alguien no ha sabido pinchar el muñeco diabólico. En España somos más de efebocracia y así nos va. El Ministerio de Sanidad ha dicho que espera, supone, confía, en que las medidas adoptadas estos días por las autonomías, surtan su efecto. Como en la desescalada, vamos. Y que en unos días ya veremos, si eso. Que es tanto como esperar milagro los jueves o en Milán, pero sin Berlanga ni De Sica.

Que por lo menos tenían un fino sentido cómico para las desgracias: el humor negro. La conclusión de los sabios del Consejo Interterritorial del Sistema de Salud es que tenemos por delante dos o tres semanas. Igual que los muertos, Amore: que pueden ser 38.000 o ya casi 60.000, dependiendo de quién los cuente. La contabilidad, ya sabemos, es subjetiva desde el duque de Lerma, que es el que tiene la culpa de todo.