Los griegos imaginaron la ciudad como una mujer en reposo, silueta tendida, símbolo de la madre que nos acoge. Valladolid es madre o madrastra según el lado de la vía en el que uno viva.
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El sentido común prescribe que esa herida, obstáculo fronterizo que ... separa la ciudad y revela el contraste entre el centro y los barrios, solo puede atajarse de forma definitiva soterrando las vías del tren. La idea fue durante años reclamo electoral de todos los partidos, algún aguerrido candidato, incluso, se comprometió a ello ante notario, ay. En los malhadados tiempos de la burbuja inmobiliaria el PP lo fio todo a la venta de los terrenos y el oneroso proyecto descarriló.
Ahora, pese al descontento vecinal, estamos en lo de la 'integración ferroviaria'. Un eufemismo que viene a decir que las vías seguirán arriba y el vía crucis debajo. Por azarosos túneles que el concejal Saravia denomina con otro circunloquio: «pasos amables bajo la vía».
Parece que las obras de los pasos amables ya han comenzado y estamos en un punto sin retorno. Cuando dentro de unos años, bastantes a juzgar por lo que ha tardado el de Andrómeda, todo esto vea la luz, la ciudad seguirá igual, con la cicatriz de la vía y el entorno hostil de los túneles.
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Óscar Puente hace oídos sordos a las protestas y sigue a lo suyo, a los toldos y muros vegetales o a pintar asfalto y contar bicis. Conociendo las elitistas aficiones que gasta el corregidor, el único tren que parece preocuparle es su tren de vida.
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