El escrito Andrés Trapiello interviene en la concentración de la plaza de Colón de Madrid contra los indultos. Rodrigo Jiménez-EFE

Trapiello en Colón

«El procés no es comparable con una cuartelada, pero el símil es válido»

Antonio Papell

Valladolid

Jueves, 17 de junio 2021, 07:11

Lo que he podido colegir de mi propio entorno, muchos no sabemos todavía no qué papel desempeñaba el escritor Trapiello en la plaza de Colón el pasado domingo, pero he de reconocer mi sorpresa al ver a un acreditado profesional de las letras subido a ... la tribuna política y en medio de una gran confusión: omo es conocido, las tres derechas estuvieron congregadas pero con gran cuidado para no encontrarse: se avergüenzan unas de otras, quizá porque se percataron la otra vez, el 10 de febrero de 2019, que la legitimación de la extrema derecha, admitida sin complejos al conciliábulo conservador, podía tener consecuencias electorales muy negativas. En todo caso, estas líneas se refieren al personaje, no al escritor.

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Sea como sea, me he tomado la molestia de leer el discurso de Trapiello, y o bien fue engañado, o no alcanzó a entender la ceremonia que estaba contribuyendo a impulsar. La pintura que hizo Trapiello del paisaje fue totalmente errónea: a su juicio, allí estaban congregadas personas de derechas, de izquierdas y de centro, convocadas no por la clase política sino por una piadosa y bien intencionada asociación civil comandada por Rosa Díez que pretendía soltar cuatro verdades, sin demasiadas connotaciones ideológicas.

El incauto Trapiello no debía saber quién es Rosa Díez, tan conspicuamente socialista que compitió con Rodríguez Zapatero por la secretaría general del PSOE. Con anterioridad, como representante del PSE-PSOE, fue consejera de Comercio, Industria y Turismo del Gobierno vasco con Ardanza entre 1991 y 1998, y hubo que sacarla de la poltrona con una palanca cuando el PSE y el PNV decidieron romper la alianza. Pero Rosa Díez encontró nuevo acomodo -socialista, naturalmente- para seguir viviendo bien de la política en el Parlamento Europeo (1999-2007), donde fue durante un quinquenio presidenta de la delegación del PSOE.

En los últimos tiempos de semejante representación, siempre bajo las siglas (y las retribuciones) del PSOE, fue creando un partidillo bisagra, UPyD, concebido para triturar al PSOE en la medida de sus fuerzas, que le permitió seguir viviendo de la política durante un par de legislaturas más: fue diputada entre 2008 y 2016. Es de sabios cambiar de opinión pero algunos somos incapaces de asimilar las grandes mudanzas ideológicas ya en edad madura, por lo que solemos regatear el respeto intelectual a las personas que recorren tan amplios itinerarios como Rosa Díez, quien después de haber personificado la política profesional en varios frentes muy dispares, pretende ser la manifestación genuina, heroica y puritana de la sociedad civil. Trapiello ha creído el engaño.

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A partir de esta ficción -el escritor pensaba supuestamente que la convocatoria de Colón provenía de la sociedad civil, eso que en tiempos menos maliciosos llamábamos mayoría silenciosa-, Trapiello se dedicó a criticar a quienes en un tiempo condenaron con palabras muy duras el 'procés', una especie de golpe de estado incruento, y ahora se muestran benevolentes y aseguran que los indultos serán herramientas de diálogo, reconciliación y reencuentro. Quien ve el devenir de un país con tal rigidez, no entenderá seguramente que los conflictos -incluso las guerras civiles- sólo se cierran mediante la magnanimidad. La perfidia del franquismo no consistió tanto en la tragedia que causó durante la guerra cuanto en los 50.000 fusilados que hubo después, acabada la contienda, cuando cualquier estadista con principios hubiera debido entender que había llegado el momento de la paz, de la piedad y del perdón.

El procés no es comparable con una cuartelada, pero el símil es válido. Y es bien seguro que la mayor parte de esa sociedad civil que raramente se manifiesta en la calle pero que tiene las ideas muy claras aprueba hoy sin reservas que este gobierno (o el que estuviera en su lugar) intente cerrar el contencioso catalán por la vía de la negociación, el pacto y la amistad. Dentro de la legalidad constitucional, porque estas son las reglas del juego. Trapiello no hablaba, pues, en nombre de esa opinión pública difusa sino de la derecha recalcitrante, estimulada por VOX, que nos retrotrae a los viejos odios y a las más profundas enemistades. Trapiello debe revisar, en fin, sus amistades.

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