Un tramposo llamado Boris

Leyendo la prensa británica, en su mayoría muy sensacionalista, parece que el brexit es un éxito sin parangón en nuestra gloriosa historia. Lejos de ir al abismo, como vamos en realidad, el futuro es un camino de rosas. Según Boris Johnson, el mentiroso empedernido que nos lleva al apocalipsis nos espera «un renacimiento nacional». En secreto, el oportunista mal peinado y su banda de charlatanes sienten un enorme alivio por la llegada de la pandemia. Les sirve como la excusa perfecta para justificar el desastroso estado de la economía. Si, el coronavirus ha tenido efectos terribles, pero siendo un gobierno sin escrúpulos, también le echa la culpa por los efectos catastróficos de su propia política fantasiosa. Y, si hay malas noticias ocasionales…

La semana pasada, Sky News, uno de los canales del antieuropeo Rupert Murdoch, emitió una historia de los pescadores de Cornualles. Como todos, desde el día 1 de enero, han sido inundados por un tsunami de burocracia, (certificados de exportación, etc.), que son el efecto de no formar parte de la zona de libre comercio del continente. En consecuencia, ya no venden marisco a España y Francia, sus dos mejores clientes hasta finales del año pasado, y ahora van a la ruina. Pero, dando una vuelta a la verdad, tan torcida que sería digna de la propaganda de Goebbels (el ministro de Hitler), un reportero dijo, «estos pescadores van a quebrar porque la Unión de Europa les ha prohibido vender sus peces».

Johnson tiene un deseo obsesivo de ser recordado como otro Winston Churchill, y no le importa el daño que haga para conseguirlo. Igual que todos los narcisistas, no es de fiar. Con ni rastro de moralidad, para él las mentiras son un arma para dominar a los que percibe como contrincantes. Es por eso que ha roto los términos del acuerdo entre la EU y el Reino Unido por segunda vez en un año. Por su deshonestidad, la Unión le está amenazando con no ratificar el Tratado de Salida. Él está encantado. Una bronca con Europa le dará la oportunidad de presentarse a sí mismo como David (Churchill) contra Goliat (Europa).