Por si había alguna duda, el cese de la directora del CNI, a petición de parte, confirma que para Pedro Sánchez lo único que importa es el poder, a costa de lo que sea. Nada nuevo. Cuando Pérez Reverte lo definió como un 'killer', un ... ser sin alma, dio en la diana porque esa es la imagen generalizada que se tiene de él: «Me fascina cómo mata Sánchez. Su frialdad de pistolero implacable. Uno tras otro van cayendo a su alrededor mientras se protege tras los cadáveres». Su norte, su afán, su único mandamiento es seguir, sin importarle qué cabeza tiene que pisar o el precio que debe pagar. Seguir, seguir, seguir. Seguir en él es una enfermedad.
Tiene un cuajo rayano en la desvergüenza, que le permite seguir, a paso firme, hacia una meta en la que no caben reglas ni límites. Todo lo que paga, para él, es precio justo si con eso compra un aliento más. Para él, España, pudor y dignidad son zarandajas de pusilánimes. Le dan igual los compañeros de viaje si le facilitan el camino, porque hace camino al tragar y deja que los demás, sean separatistas, filoterroristas o golpistas, se apoderen del timón del Gobierno y marquen la hoja de ruta. Y si a cambio de unos votos tiene que meter a Bildu en la Comisión de Secretos de Estado, lo hace sin parpadear, mientras el PSOE aplaude. En las próximas elecciones pagarán una factura superior a la que les dejó Zapatero.
Además, al retratarse como un «asesino», retrata a los que le rodean, que están adoptando sus modos y formas. Como ejemplo más cercano, ahí está Margarita Robles, ministra de Defensa, que ha cogido sus mismos tics y, para seguir, no ha tenido inconvenientes en entregar la cabeza de una subordinada que siguió sus órdenes. Un chivo expiatorio para que asuma, como propias, decisiones de ella y del presidente del Gobierno. Como decíamos en la mili: «Mejor que mueran tres reclutas a que se constipe un abuelete (veterano)».
Lo peor no es el cese de la directora del CNI, sino el mensaje que se deja a los futuros dirigentes del Centro, que acaban de aprender que los golpistas catalanes son intocables y que si declaran la independencia, confabulan contra España, denigran nuestras instituciones esenciales o negocian con sátrapas que prometen ejércitos y dinero, de ellos es mejor pasar, ignorarlos y dejar que materialicen sus amenazas, porque, aunque el CNI depende del Ministerio de Defensa y tiene más silencios que autonomía, si vienen mal dadas deben que dar un paso al frente y pagar con sus cabezas las deudas contraídas por el presidente del Gobierno o su ministra de Defensa. Asco, señora ministra, asco.
De momento, y a la espera de saber si sus socios quedan satisfechos, Pedro y Margarita ya han arrojado al foso, como carnaza, a la directora del CNI, pero si aprietan y señalan con el pulgar hacia abajo, la ministra de Defensa seguirá sus pasos. Y si insisten, como el objetivo del «killer» es seguir, sin importarle con quién, cómo ni dónde, el ministro de Presidencia debe ir calentando para saltar al foso. Pedro Sánchez puede prescindir de todos los ministros socialistas, pero no puede tocar a los de la sección podemita, porque esos forman parte del contubernio que lo mantiene. ¿Hasta dónde llegará? Mejor no saberlo.