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Con cargo de conciencia, el PSOE arma cruzada sobre el que, dicen, es el oficio más viejo del mundo. El más viejo no sé, pero seguro que, junto al de la política, uno de los más turbios negocios sobre la faz de la tierra.
El ... prejuicio no radica en el arrendamiento libre del cuerpo, el conflicto moral tiene que ver con el burdel, el proxeneta y con la furtiva mafia montada en torno a las putas/os/es. Y entonces surge el dilema: ¿Control y regulación o hipocresía y clandestinidad?, ¿Indiferencia o Código Penal?
Demostrado durante siglos que la represión y la prohibición en asuntos venéreos es tanto como dar coces sobre el aguijón o poner puertas al campo, se impone regular el asunto de alguna manera. Lo cierto es que en España no hay carretera sin macroprostíbulo, ni barrio sin club o inmueble dedicado a la mancebía. Pero ilegalizar o fumigar puteros no es abolir. Las drogas son ilegales, pero el consumo no para de crecer.
Toca emprender quijotesca empresa en fiera y desigual batalla con el añadido estímulo que ofrece ahora la opacidad de la pornografía y los contactos por internet. Tanto como desear la paz en el mundo.
Moralismos aparte, quizá sea hora de dejar de marear la perdiz y reconocer derechos y obligaciones al alterne consentido y voluntario. Puede que así se erradique la miseria, la coacción, el desamparo y la violencia que la rodea. La denigrante esclavitud que se esconde tras esas sugestivas luces de neón.
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