La tirita del voto

Pero también sé que toda esa sensación se debe a que envejezco. Somos hijos de un tiempo y el mío se evapora. Si pudiera volver a entrar al bar de mi pueblo y empezar a cantar rancheras con Aurelio, me cansé de rogarle, me cansé de decirle… O que Santi me esperase todas las tardes para jugar al mus. O que Tinín me dijera que ya arden los sarmientos, que saque las chuletillas. Amigos que no están ¿Qué falta le hacía entonces a la vida que yo fuera a votar? Miramos al mundo cuando éste se nos muestra hostil y la política no sea más que una forma de combatir la infelicidad, un consuelo para el exilio al que nos condena la edad, ese mal sueño. Y está bien que así sea. Un país mejor, una Europa mejor, no le harán a usted más feliz, pero servirá para que, al menos, la vida sea un poco más justa y se sufra menos la desgracia de ser pobre, diferente, enfermo, débil… Vayan ustedes a votar y háganlo por un mundo mejor.