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Jordania y Egipto. Allí quieren Trump y Netanyahu enviar a los habitantes de Gaza, dos millones a los que se quieren quitar de encima. Oigo ... Egipto y Jordania y pienso en Madagascar. Madagascar era una solución nazi anterior a la Final al 'problema judío'. A esa isla africana pretendía Hitler, con informe de Eichmann –lean a Hannah Arendt y su 'Eichmann en Jerusalén'–, trasladar a los judíos europeos. Cuatro millones en cuatro años, planeaban. No pudo ser y así se llegó a la Solución Final, al exterminio de millones de seres humanos cuyo único pecado fue el de haber nacido. Los gazatíes no son tantos, pero trasladar a dos millones es complicado, mucho más si es contra su voluntad y si Egipto y Jordania, los destinos propuestos, no están por la labor. La gente de Gaza se está convirtiendo en un verdadero problema; su absurda pertinacia por seguir habitando su patria es un auténtico engorro para quienes quieren crear allí un paraíso. Resorts de lujo, cócteles, playas de ensueño, gente guapa, apartamentos, sol, dinero, dinero, más dinero… Y un Israel grande, el sueño de David y Salomón.
¡Qué incordio estos gazatíes! ¿No sería más fácil matarlos? Si la solución Madagascar no es viable, no queda otra solución. El progreso es el progreso, Trump dixit, y si se les ofrece una vida en el desierto egipcio o jordano y la rechazan, que se atengan a las consecuencias. En el Mediterráneo, aunque ya hay muchos, queda sitio para más cadáveres. No creo que a Netanyahu eso le quitara el sueño. Ni a Benjamín ni a Benzion, su padre, que vivió 102 años odiando a los árabes tanto o más que a los nazis.
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