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Hoy vengo con una propuesta: ¿Por qué no cambiamos el nombre de España por el de Selección Española de fútbol? La concordia, la unión, la capacidad de ilusionar, el abrazo, la identificación con un mismo objetivo son, entre otros muchos, valores que hacen más ... habitable y grande una nación y que, desgraciadamente, sólo encuentro cuando nuestros futbolistas consiguen el triunfo. ¿Y para qué vamos a hacer tal estupidez, me dirán ustedes? ¿Como simple homenaje a los campeones de Europa y antes del mundo? Pues no. Considero que el nombre de las cosas es muy importante y que la palabra España nos da muchos problemas. En cuanto acaba el partido y empiezan las celebraciones en las calles; cuando las banderas abandonan el campo de juego y se despierta el grito de ESPAÑA, ESPAÑA, ESPAÑA en las plazas, arrancan las discrepancias, los enfrentamientos. Hasta algún futbolista, léase Carvajal, que la víspera era héroe de todos, saca a relucir la política en una recepción oficial y muestra esa mala hostia de las dos Españas machadianas que tarde o temprano nos hielan el corazón. Selección nacional española de fútbol, qué bonito nombre para un país, un país en el pudieran caber Iñaki Williams, Yamal, Carvajal y hasta Sánchez. La vieja denominación, España, nunca pierde sus connotaciones partidistas. En cuanto alguien grita esa palabra, muchos se sienten agredidos, otros se piensan dueños de ella. Voces, peleas, cargas policiales… Aunque, ahora que caigo, también las mujeres futbolistas ganan títulos, muchos, y sus celebraciones son más pacíficas, más de todos, más abiertas. A lo mejor esta mala baba es cuestión de testosterona.
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