El mal contra el bien

A diario suceden cosas buenas. Hay gente que ayuda a otra gente; gente que ha dedicado su vida al auxilio de los demás, que trabajan por la sanidad, que curan, que enseñan, que buscan la justicia social, el bien general. Hay mucha gente así, son ... los que cada mañana encienden la luz del mundo, engrasan sus rodamientos, ponen ambientador para que no nos ahogue la peste que otros desprenden. Yo supongo que ese comportamiento les resultará incomprensible a muchos otros, a los que siempre buscan culpables, razones, excusas para la maldad, sin darse cuenta de que los auténticos culpables, los malos, son ellos. Un chaval loco mata a tres niñas en Inglaterra e inmediatamente se establece que la culpa es de los inmigraantes. Buscamos siempre justificar nuestra xenofobia, nuestro racismo, nuestro odio… Razones para mostrar nuestra maldad. Todo nos vale para justificar el palo, la injusticia, la afrenta, la desilguadad… La mentira es nuestra gran aliada. Da igual que sea una boxeadora argelina a la que Milei, con el sujeto ese dueño de Twitter y de Tesla, con Trump y varios de sus acólitos hispanos, declaran transexual o se trate de violadores inexistentes. Lo importante es cargarse de razones, sean o no ciertas. ¿Por qué el ruido siempre acompaña a una parte y el silencio a otra? La gente buena habla bajito, no grita sus razones, no necesita justificarse ni buscar argumentos exculpatorios. Argumentos exculpatorios… Todavía buscan excusas. ¿Cuánto durará eso, cuánto tiempo seremos capaces de distinguir el bien del mal, de pedir explicaciones? Todo indica que muy poco, pero no menosprecien el poder de los buenos.