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Antes la discusión era dónde ubicar los cementerios nucleares, dónde almacenar por los siglos de los siglos los residuos. Juraría que en nuestra tierra hubo más de un pueblo que levantó la mano, dispuesto a convertirse en basurero a cambio de cuatro perras o de ... la promesa de dos empleos. Todo aquel que puede permitírselo, quiere que la mierda que genera esté lejos. Muchos países europeos tienen acuerdos con naciones más pobres, como Turquía o la India, para depositar allí su basura. EE.UU la envía a México.
Ahora, los desechos, la porquería, la mierda, es el ser humano. El pobre, el emigrante, el necesitado, el refugiado, es tratado como estiércol. Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, abre la puerta a la posibilidad de llegar a acuerdos con países más pobres para recluir allí a los inmigrantes. La Europa de Camus, de Sartre, de Zweig, de Baeuvoir…, sigue el ejemplo de la discípula de Mussollini, Georgia Meloni, y se presta a la ignominia. La Meloni tiene un trato con Albania para levantar allí sus guetos, su cárcel para recluir a los que llegan a Italia en busca de futuro. Centros de clasificación de residuos, plantas descontaminadoras, lugares para la historia universal de la infamia.
Y lo más gracioso es que todo estas políticas sólo servirán para poner de manifiesto nuestra maldad, para mostrar nuestra estupidez, la necedad de viejos moribundos que pretenden poner puertas al campo y producir, solamente, sufrimiento y humillación. Habrase visto insolencia, barbarie y alevosía, cantaba Violeta Parra en 'Los hambrientos piden pan'.
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