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Sergio Pérez / Reuters
La maldita resignación
La ventana indiscreta

La maldita resignación

España es un país perplejo, perezoso e indolente, que se limita a mirar con estupor las contradicciones de un Gobierno que, como guitarra de mesón, «hoy toca jota y mañana petenera»

Domingo, 29 de octubre 2023, 00:36

Durante la Transición, que ahora quieren desmontar como si el edificio estuviera concluido y fuera un andamio que no se va a utilizar más, había sonidos, ruidos, «frus-frus», que alertaban al poder político de sus limitaciones, porque al otro lado de la calle existía ... un contrapoder acechante. «Frus-frus de sotanas», «frus-frus de sables», «frus-frus de togas», «frus-frus del papel», «frus-frus sindical»... «Frus-frus» era la onomatopeya del imaginario ruido de las togas, sotanas, sables… al rozar con el suelo. Y significaba «ojo, que hay cabreo y movimiento». En España, además de esos contrapesos determinantes, había Universidad, inquietud social, intelectuales con voz propia y un poder económico que, tras las bambalinas, marcaba pautas y directrices. Suárez, Calvo Sotelo ('El breve') y Felipe González gobernaron con las prerrogativas propias del cargo, pero con las limitaciones que la sensatez imponía porque, –«los experimentos con gaseosa»–, sabían que no podían desviarse sin tener una respuesta inmediata. Tenían rebeldes incluso dentro de sus propios partidos. Recordemos el «cuerpo a tierra, que vienen los nuestros», feliz expresión de Pío Cabanillas, la dimisión de Suárez por una UCD desgarrada desde dentro o la huelga general que la UGT, capitaneada por el socialista Nicolas Redondo, le montó a Felipe González. El PSOE de hoy, una «clac» sin armas ideológicas, está desaparecido y ni está ni se le espera.

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