Días atrás, el humorista Sansón presentaba una viñeta de Pedro Sánchez con el listado de exigencias de los separatistas catalanes: «Todo esto me parece estupendo, pero lo que yo preciso es que incluyan algo que no quieran para parecer inflexible cuando se lo niegue». Como ... es imposible engañar siempre a todo el mundo, ya son muchos los que señalan la argucia que los separatistas catalanes y el Gobierno en funciones están manteniendo para vender dificultades en un acuerdo que, según los de ERC, está cerrado desde hace dos meses. De hecho, ya se ha asentado en el ánimo de la calle que lo de conceder la amnistía es una cesión menor, comparada con el órdago del referéndum. Da tanto repelús que Pedro 'Yo, mí, me, conmigo' amañe la entrega de Cataluña, que lo de la amnistía nos parece calderilla y como el toro, acudimos al engaño, olvidando el cuerpo del torero: La amnistía.

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La amnistía es esencial para los golpistas catalanes porque con ella el Estado español se doblega ante el secesionismo, se desdice, queda en entredicho en la UE, deja en evidencia a nuestro sistema judicial y reconoce que España y su Justicia ejercieron una fuerza bruta contra unos pobrecillos que solo querían ejercer su democracia. Acabarán pidiendo indemnizaciones por los años de cárcel que sufrieron a manos de un estado opresor y arbitrario y Puigdemont puede exigir que se le reciba en la frontera, con honores de jefe de estado, pero todo esto a don 'Yo, mí, me conmigo' le parecen bobadas. ¿Y el Rey? El Rey sabrá.

El envite siguiente es el económico. Como dicen que la deuda de España con Cataluña asciende a 450.000 millones de euros, si finalmente 'solo' se llevan 100.000 millones, hasta debemos agradecer a Pedro Sánchez que, de una tacada, haya ahorrado a España 350.000 millones. Vamos, que la amnistía que exigía Puigdemont está admitida y los 100.000 millones también. Miel sobre hojuelas, Cataluña se lleva lo que quiere, Pedro Sánchez sigue en la Moncloa y España paga, tan contenta. Mañueco está tardando en exigir, a boleo, la deuda de España con Castilla y León.

La historia no admite saltos hacia atrás y sentado que hay dos PSOE, el decimonónico, desfasado y antigüito de Felipe, Guerra, Redondo, Corcuera… y el moderno, enérgico y progresista de Pedro Sánchez. Él lo es todo, sin más acompañamiento, porque el PSOE es un partido unipersonal, en el que él toma las decisiones y deja a los demás la de aplaudir.

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Todo está medido y cada adoquín ocupa su sitio en la calzada. El «suélteme, señorito, suélteme», de Miguel Delibes en 'Los Santos Inocentes', se visualizó en el Congreso de los Diputados cuando un broncas subió a la tribuna para llenar el atril de babas y excrementos. Era lo que interesaba para la política de distracción que tienen programada. Paco el bajo pedía al señorito Iván que le soltara porque, trasmutado en perro perdiguero, no soportaba la espera, pero lo hacía desde la sumisión y la humildad. El 'riñas' circunstancial del PSOE, era la charanga en zapatillas, elegida para formar ruido. Y lo hizo a su modo, desde la arrogancia y la entrega perruna del que persigue una caricia o un hueso del amo.

Habrá nuevo gobierno 'progresista', con los secesionistas enardecidos y cobrando, Pedro subastando y España pagando. Pero no dramaticemos, peor fue lo del diluvio universal.

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