Cuando mi tía pronunciaba «no era nada lo del ojo, y lo llevaba en la mano» me detenía a evaluar el peso de aquella sentencia que dejaba en el aire una estela de sabiduría. Lo pensé cuando la ministra, ministro, ministre de Igualdad habló del ... problema que tendrán los niños, niñas y niñes si no son escuchadas, escuchados, escuchades. Todas, todos y todes hemos recibido en nuestro móvil pequeños extractos de la campaña de la ministra, ministro, ministre pero, cuidado, cuidada, cuidade pues quizás un día repitamos lo que decía mi tía.
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Recuerdo cuando comenzó el 'todos y todas', modo ya asentado y acunado también en una campaña electoral o festival de empatía con el o la votante. Más allá de los chistes y del sonrojo, no hay actividad alguna que detenga el despropósito. La señora ministra, ministro, ministre acaba de dar un precioso bidón de gasolina a los militantes de extrema derecha para su hoguera. Lo primero que alguien puede pensar es para qué gastar dinero en un Ministerio de Igualdad que se dedica a hacer el ridículo en lugar de estudiar con rigor un lenguaje inclusivo que no patee algo tan esencial y necesario como la lengua; principio de la comunicación y entendimiento. Pero la ministra, ministro, ministre es muy joven, no ha tenido problemas de inclusión laboral o profesional, ni de conciliación de maternidad, ni de hipotecas o niñeras, niñeros, niñeres y, claro, la tentación de tener ideas es inevitable.
Tengo vergüenza, indignación, rabia, decepción cuando veo este despliegue de ingenio ya incontrolable, tolerado, refrendado por el otrora indispensable Partido Socialista, socio educado que abre las tragaderas para que la ministra, ministro, ministre difunda sus ocurrencias con el orgullo que caracteriza a los arrogantes. A río revuelto, ganancia de pescadores y pescadoras. Mientras esperamos la puñetera vacuna, evitando a los contagiados, contagiadas y contagiades, cogiendo frío en las cotizadas terrazas, soñamos con poder ir a visitar a nuestros hijos, hijas o hijes y les enviamos el giro para que paguen el alquiler porque se han quedado sin empresa. Y lo llevamos más o menos, hasta que sale la ministra, ministro, ministre y nos explica cómo se inventó la rueda. Entonces se escapan los sapos y culebras disimulados de una columna, un artículo, una tertulia.
Los periodistas no asalariados escriben impotentes en un lenguaje sin erratas estas noticias que debieran encender la luz roja del sentido común. Demasiada equidistancia, excesivas tragaderas y ese 'y tú más' tan inútil que deja la tierra quemada. Más madera para la hoguera de la extrema derecha, a la que se está haciendo la mejor campaña electoral con cargo al presupuesto público.
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