Llevo mil días gobernando y el país no se ha roto». Consciente de la preocupación en amplios sectores de la ciudadanía por la deriva de su Gobierno, el presidente se ha visto obligado a anunciar una etapa de moderación en la iniciativa política del gabinete ... que, presumiblemente, llegará tras la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Después de acceder a las maximalistas peticiones de sus socios de investidura, la hoja de ruta diseñada por los estrategas de Moncloa pasa por ofrecer una imagen mucho más modulada en su cercanía al centro que es, como saben muy bien los arúspices demoscópicos, el lugar en el que se ganan las elecciones.

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El país, en efecto, no se ha roto, pero ha quedado bastante deshilachado por mor de una serie de actuaciones que no han sido entendidas siquiera por los socialistas del denominado Antiguo Testamento, los de toda la vida, incluidos Felipe González y Alfonso Guerra. El cambio de marco político del PSOE hacia posiciones escoradas a su izquierda, más propias de ideologías comunistas que siempre han combatido, han hecho encenderse las luces de alarma en ámbitos socialdemócratas que no dan crédito ante el seguidismo a Podemos o las contrapartidas radicales que han beneficiado a ERC y Bildu a cambio de su apoyo a las cuentas del Estado.

Despejados los Presupuestos, parece que toca fijarse objetivos a largo plazo y tascar el freno para conducir el vehículo por las carreteras en las que siempre transitó. Cualquier moderación en las políticas sociales y económicas provocará de inmediato la reacción airada de la parte morada del Ejecutivo, pero su capacidad de amenaza habrá quedado bastante conjurada porque ya no serán tan necesarios. Sánchez, aconsejado los suyos, es consciente de la necesidad de recuperar el sosiego colectivo y la imagen del Partido Socialista como una formación de amplio espectro que no descuida los sectores imprescindibles de centro-izquierda. Una prueba de lo que tiene pensado es el hecho de mantener abiertos cauces de diálogo con Ciudadanos, a pesar de no obtener su respaldo a las cuentas públicas. Veremos cómo se retoma la relación con Inés Arrimadas y de qué manera se alcanzan consensos que sirvan para tranquilizar a la parte más preocupada de la sociedad susceptible de votar socialista con un discurso moderado. Atentos a la utilización del probable acuerdo con el PP para renovar el CGPJ tras las elecciones catalanas.

La percepción mayoritaria, fuera de los ámbitos más ideológicamente radicales, es que se ha tensado demasiado la cuerda. Se añora mayoritariamente el espíritu que fue capaz de alumbrar la Constitución y construir un ecosistema político basado en el acuerdo, el pacto, la cesión y la generosidad. El socialismo de González tiene poco que ver con el socialismo actual, de igual forma que el comunismo que ejerció Carrillo en aquel tiempo no tiene relación alguna con las propuestas de Podemos. Con demasiada ligereza se ha atacado aquel espíritu como una 'componenda' o un 'pasteleo', y, seguramente, no hay nada más injusto que denostar así lo que fueron, sin duda, los mejores años de nuestra vida como sociedad. Ahora es preciso recuperar el diálogo y el acercamiento de posturas para resolver los graves problemas que tenemos planteados, especialmente los económicos que necesitan un cierre de filas inequívoco para salir adelante tras la crisis. Respetar a las instituciones, a la Corona y las discrepancias, es algo imprescindible. En la agenda 2021, se atisba un giro, siquiera sea estratégico, hacia el centro. Bienvenido sea si sirve para sosegar a un país hoy al borde de un ataque de nervios.

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